El balance de 2025 en la televisión: Entre la audacia de La 1 de TVE y el peor año histórico de Telecinco

A pesar de los batacazos, las fórmulas agotadas y las tensiones ideológicas, la televisión mantiene su hegemonía como medio que marca buena parte del relato cultural de España.

Melody en Eurovisión, Salomé Pradas en 'Salvados', Nuria Roca, Juan del Val y la final de 'GH 20'
Melody en Eurovisión, Salomé Pradas en 'Salvados', Nuria Roca, Juan del Val y la final de 'GH 20'

Termina un año marcado por la asimilación de los discursos ultras y la deshumanización de los estamentos más desfavorecidos de la sociedad. Estas tendencias, cada vez más normalizadas en el contexto global, también han encontrado reflejo en la televisión: un campo de batalla donde importa cada vez menos la verdad con tal de mantener a tu concurrencia entretenida. Pero más allá de las derivas ideológicas, la televisión en España en 2025 deja también una sensación de conformismo creativo, extendido de forma bastante homogénea entre las cadenas.

Antena 3 vuelve a ser la más vista en España por cuarto año consecutivo. Podríamos copiar y pegar lo dicho en anteriores balances anuales ya que no ha cambiado nada desde entonces. La principal cadena de Atresmedia vive apoltronada en un liderazgo incontestable en sintonía con el universo narrativo de Juan del Val, y de ahí no se mueve con unos ases diarios que vertebran su parrilla y siguen funcionando como un tiro.

Entre tanta algarabía y alboroto, si hay que ponerle un pero a Antena 3, es el poco provecho que le saca a sus ofertas nocturnas, todos esos formatos que se emiten pasadas las once de la noche y que no obtienen el brillo que merecen por unos horarios incompatibles con los grandes eventos televisivos.

En la segunda plaza del ranking de audiencias nos encontramos a La 1 de RTVE. Un éxito notable que se sustenta en una programación variada que no le teme al riesgo ni a la presión de la derecha más rancia. No le podemos negar al ente público su pericia para innovar y proponer contenidos que llamen la atención de los espectadores. Y cuando se prueba, unas veces se acierta y otras te pegas tremendos batacazos. Los más sonados de 2025 en el primer canal: La Garita, Cuánto, cuánto, cuánto o La familia de la tele.

En la otra cara de la moneda, conviene subrayar que La 1 es la cadena española que más estrenos ha logrado afianzar durante el último año. Futuro imperfecto, Malas lenguas o The Floor han aterrizado en la parrilla de la pública en 2025, posicionándose como formatos de éxito entre la audiencia. Y no es poca cosa si tenemos en cuenta el contexto actual, con una competencia feroz que va mucho más allá de la televisión en abierto. La 1 se erige así como un oasis de innovación en un panorama televisivo dominado por la inercia y la centrifugación de contenidos.

Quien parece no tocar fondo es Telecinco. Lo más preocupante es que la cadena no encuentra el rumbo: lejos de empezar a sembrar para recoger frutos a medio plazo, vive instalada en una especie de negacionismo creativo que la vuelve cada vez menos competitiva. No hay cambios significativos en su parrilla, se empeñan en mantener fórmulas obsoletas y son incapaces de desarrollar un proyecto creativo que mire hacia delante. Cuesta entender que programas como Fiesta sigan en antena cuando no alcanzan ni el 10 % de share.

Los contenidos de Telecinco han perdido su frescura. Lejos quedan aquellos tiempos de bizarrismo y de una sensación de imprevisibilidad tan necesaria en los programas en directo. Hoy la espontaneidad brilla por su ausencia: solo se masajean entre ellos y se ríen las gracias. Platós repletos de colaboradores que proyectan una idea de estatus que no poseen, convencidos de que pueden adquirirlo a base de palabras edulcoradas y gestos impostados. En su empeño por parecer elegantes y sofisticados, terminan perdiendo cualquier atisbo de autenticidad. Olvidan que, al final, lo que el público busca en Telecinco no es glamour de saldo, sino verdad.

Tampoco ayuda la deriva ideológica del grupo Mediaset. Pese a sus esfuerzos por articular una campaña navideña de reconciliación familiar, su elenco de presentadores y opinadores disimula cada vez menos su afinidad con la doctrina de Abascal. Los voceros de la ultraderecha más rancia se han adueñado de los platós de Cuatro y Telecinco. Este atrincheramiento ideológico puede resultarles útil para congraciarse con los amigos de la ignorancia —ahí están los buenos datos de Horizonte o Código 10—, pero genera un rechazo considerable entre el público menos reaccionario. Sus audiencias, por ejemplo en Catalunya, rozan lo testimonial.

Sobre La Sexta llevo ya un par de años diciendo lo mismo: la cadena ha dejado de marcar la agenda. Sigue siendo una referencia por la calidad de sus formatos más emblemáticos, pero su impacto periodístico en la sociedad española ha disminuido notablemente en los últimos años. Se repite, en cierta medida, el patrón de Antena 3: entre semana, una vez finaliza El Intermedio, parece que la cadena baje la persiana.

Cerramos el año televisivo de Melody, de Montoya y de la muerte del Papa Francisco. De la visita de Rosalía a La Revuelta o de la entrevista de Salomé Pradas en Salvados. Un 2025 en el que la tele se apagó por un día y en el que las tertulias de actualidad política superaron en número a las dedicadas al mundo del corazón. A pesar de los cambios de tendencias y de un consumo cada vez más fragmentado, la pequeña pantalla siguió imponiéndose sobre el resto de medios como principal fuente de entretenimiento e información en España.

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