OPINIÓN | Lo que le pido al nuevo Canal 9


Todo hacía indicar que en apenas unos meses los valencianos podríamos disfrutar de una nueva radiotelevisión valenciana (RTVV). Así lo venía anunciado el actual presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, en su campaña electoral. El líder socialista en Valencia dató la reapertura del ente público para el 9 de octubre, fecha en la que empezó a emitir por primera vez hace ahora casi 26 años. Pero para realizar un buen modelo y no cometer los mismos errores es necesario analizar la situación con más calma.
Como suele pasar en campaña, ‘donde dije digo, digo Diego’. Puig se aventuró a prometer algo que la realidad lo hace poco menos que inviable. La situación actual del ente hace casi inconcebible su reapertura con tanta premura. Es cierto que podrían comenzar a emitir, el espacio lo tienen, pero las prisas no son buenas y más cuando se vienen, todavía, asumiendo errores históricos de una gestión nefasta.
RTVV se mantuvo viva más o menos el mismo tiempo que el Partido Popular se mantuvo en el gobierno valenciano. Más de 25 años de un declive que solo hacía presagiar una muerte que cerraba el ente el 27 de noviembre de 2013 con una deuda de 1.200 millones de euros.

Cuatro presidentes autonómicos han coincidido en la trayectoria del ente valenciano. Joan Lerma, con quien RTVV comenzó sus emisiones apenas pudo cohabitar con el medio público. Poco después entró a la presidencia de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Con él, y no es que lo diga yo, empezó la cuesta abajo de la cadena valenciana. Con Zaplana comenzó el despilfarro. Lerma abrió con una plantilla que fue relegada a la entrada de Zaplana que impuso la suya. Así sucesivamente con Francisco Camps, y seguidamente con Alberto Fabra que fue el verdugo que, definitivamente, decapitó la emisión. Cada uno de ellos impuso a su gente y retiró parte de la plantilla anterior a otros menesteres. Eso generó una plantilla de más de 1.000 trabajadores. Algo inconcebible para un medio autonómico. Por no hablar de la nula pluralidad, calidad y rigor del medio que había perdido su vocación de servicio público, su objetividad y su misión de fomentar la tradición del pueblo valenciano. En sus últimos años RTVV estuvo al servicio del presidente de turno. Fabra tenía un equipo destinado a la cobertura de sus actos. Por no hablar de que se gastaba dinero a espuertas y de manera innecesaria. Algunos analistas del declive del ente marcan el programa Tómbola como el principio del fin. El momento en el que RTVV fue perdiendo su norte para terminar convirtiéndose en una vaca a la que todos querían estrujar sus ubres. Se empezaron a contratar servicios externos, algunos tertulianos de derechas comenzaron a posicionarse, dirigir o presentar formatos. Se compraron documentales por cifras más que cuestionables con la única misión de atacar a la oposición. Se vetó la presencia de otros partidos políticos, de sectores críticos de la cultura, todo estaba dominado por el equipo de gobierno de turno. Es necesario apostar por la producción propia y por poner en relevancia el sector audiovisual valenciano.
Esta y otras muchas razones hacen a los valencianos mantenernos escépticos ante las promesas de la reapertura. Todos queremos una nueva RTVV pero que no nos haga sentir vergüenza una vez más.
La nueva radiotelevisión valenciana debe cumplir una serie de puntos que son básicos para un ente público:
  1. Defensa del idioma: el valenciano no estuvo del todo presente en Canal 9 (parte televisiva del ente RTVV). Los informativos o alguna ficción se realizaba en el dialecto autóctono pero la llegada de rostros y la creación de formatos por parte de empresas audiovisuales externas a la Comunitat hicieron que el valenciano no fuese la lengua central de un ente público. Un medio que nace en un lugar con idioma propio debe realizar su programación enteramente en esa lengua.
  2. Vocación de servicio público: un medio público debe poner en valor el entorno que representa. Destacar las tradiciones y cultura del lugar en el que trabaja. Para ello también se debe dar cabida a la población de manera plural. Un medio publico debería apostar por la producción propia y, en el caso de trabajar a nivel autonómico, apostar por el sector audiovisual de la zona para ponerlo en valor.
  3. Sin injerencias políticas: uno de los graves problemas que llevó consigo RTVV era la omnipresencia de la mano política de turno. Para evitar repetir errores, el nuevo ente público valenciano debe estar ausente de toda presencia política. Un compromiso que deben asumir los partidos en el gobierno. La dirección general del medio no debe atender a cuestiones políticas, debe ser independiente.
  4. Descentralización: Al ser Valencia la capital de la Comunitat Valenciana y encontrarse el centro político en la ciudad, la mayoría de informaciones y coberturas estaban centradas en lo que ocurriese en Valencia, esto dejaba marginadas tanto a Castellón como a Alicante que apenas tenían espacio en los espacios informativos. Es necesario que el nuevo Canal 9 cubra de igual manera los acontecimientos en las tres provincias.
  5. Objetividad informativa: los informativos de RTVV estaban controlados por el gobierno popular. Ellos decidían qué se contaba y de qué manera. Conocidos son ya los casos del accidente de Metro de Valencia que entró como sexta noticia en el informativo cuando supuso el caso más grave de un accidente de este tipo en España, o cuando Francisco Camps fue acusado por el «caso de los trajes» que tenían orden expresa de mostrar únicamente imágenes de la puerta del juzgados y dar la información de manera velada. La información debe ser lo más objetiva posible sin control político.
El nuevo RTVV debe ser un medio publico, sostenible y de calidad. El Partido Popular justificó el cierre por ser inviable económicamente. Según Alberto Fabra, brazo ejecutor de la muerte del ente, era mantener abierto el ente o destinar ese dinero a Sanidad y Eduación. A día de hoy, ese dinero no se ha invertido ni en una cosa ni en otra porque el coste del cierre es más caro que mantenerlo abierto. Los valencianos confiamos en que un nuevo modelo es posible. No se pueden repetir errores que hemos sufrido de una manera tan visible. El nuevo gobierno es consciente y fue víctima de los vetos a los que el PP les sometió durante su mandato. Por ello, mejor que nadie, saben exactamente lo que deben crear. Es importante que se haga sin prisas, sin calma y de calidad.


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