El primer cara a cara entre el presentador del reality aventurero y el futurólogo continuó deleitándonos con momentos muy cómicos pese a que no culminó con una lectura de trasero.
Unos de los papales protagonistas que ha asumido el maestro Joao ha sido el de templar gaitas en la isla, cada vez que la guerra estallaba, haciendo uso de su artillería humorística. Y en ese papel ha tenido mucho que ver el propio presentador del reality que, en su intento por tantear qué concursante le podía seguir la marcha, se encontró con una persona muy receptiva y audaz en eso de bromear.
Tanto es así, que el vidente ha entrado durante los tres meses en una dinámica de episodios surrealistas que han servido para arrancar más de una carcajada en el espectador. Lo ha hecho con sus disparatados rituales y haciendo gala de sus artes como vidente, desde la lectura de manos y pechos hasta ejercer una rumpología a la que se han prestado sus compañeros de aventura.
Además, la sintonía que ha mantenido con el presentador nos ha evocado a un dúo dinámico, muy cómico, que nos ha regalado anécdotas que pasarán a los anales del concurso. Y anoche, durante la primera parte de la final, con el esperado encuentro entre Jorge y el vidente, no pudo ser menos. Su entrada triunfal en el plató estuvo marcada por el arrodillamiento ante el público en señal de agradecimiento y el reencuentro con su sobrina, la principal defensora, sus amigos y especialmente su madre que, pese a tener una cierta edad, no quiso perderse su llegada.
Sin embargo, no toda la entrevista fue un andar porque también tuvo su espacio una de las preguntas más ansiadas después de todo lo que se había especulado en España. Jorge terminó tratando de conocer su versión acerca de lo que para él significa ‘El Niño’. “Para mí es una persona que me devolvió la vida. Es una persona importantísima, lo adoro, lo amo… Daría mi vida porqué es una persona maravillosa”, explicaba sin censura el vidente.
No obstante, eso no era lo que el presentador quería saber porque ese alegato ya lo teníamos entendido. Por lo que fue más allá y le preguntó sin titubeos si ese chico es su novio. Una pregunta que trastocó al maestro, como se pudo observar en su rostro, y que respondió bastantes segundos después con un “no, no somos novios” ambiguo porque el lenguaje no verbal, sin ser muy expertos, decía lo contrario.
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