Cuesta encontrar alicientes en la programación estival para seguir creyendo en la pequeña pantalla. No nos merecemos, o quizás sí por nuestros coqueteos con las plataformas de pago, las parrillas que nos ha ofrecido la televisión española este verano. A la espera del arranque de la nueva temporada, que no parece muy halagüeño, toca conformarnos con los formatos fallidos de los que hemos sido testigos durante nuestras vacaciones. A excepción de los eventos deportivos, se puede decir sin rodeos que nada ha funcionado de todo lo estrenado desde el mes de junio.
Entre tanto desastre, el mayor tropiezo por lo que la apuesta representa se lo ha llevado 'El Diario de Jorge' en Telecinco. Ya que no solo se trata de un formato con vocación de rellenar un hueco estival, es el salvavidas al que la cadena se agarra para resucitar sus malogradas tardes. Aunque el programa ha mejorado ligeramente su audiencia esta semana, el 10% de share ahora mismo parece inalcanzable y se mueve en datos muy similares a los cosechados por su predecesor, que ya eran malos.
¿Llegará el programa a comerse los turrones? Pues en otros tiempos en los que Mediaset era mucho más implacable con sus audiencias hubiese apostado que no llegaría ni a comerse las castañas por Todos los Santos, pero viendo la laxitud de la actual directiva con sus fracasos bien podría hacerse la temporada entera.
'El diario de Jorge' tiene al mejor presentador de la cadena, un equipo incansable que se deja la piel buscando una cantidad ingente de testimonios y un plató en lo que se intuye una inversión considerable para lo que nos tiene acostumbrados Telecinco. Y ni por esas. Hay mucho trabajo detrás, pero el programa carece de lo más importante, de sentido. Y es que recuperar 'El diario de Patricia' sin tener en cuenta que el mundo ya no es el de entonces es directamente tirar el dinero al váter. Le queda todavía la posibilidad de convertirse en un circo maravilloso con personajes delirantes, pero la cadena no está ahora mismo con ningunas ganas de salirse de su falso espíritu de corrección.
Ni la televisión es la misma de cuando Patricia Gaztañaga lideraba las tardes ni los espectadores se mueven en los mismos marcos mentales que entonces. Hoy, una persona homosexual, por el simple hecho de serlo, ya no es noticia. Hay que ir un poco más allá y abordar la realidad desde otros ángulos. El programa pretende poner en el foco historias que ya nos han contado mil veces y que lejos de parecer interesantes ya no resultan ni sorprendentes. Es un desfile incesante de invitados que no sabemos si tienen relatos apasionantes ya que tampoco tienen tiempo de contarlos.
A Jorge Javier le ha tocado comerse un marrón que si bien parecía ilusionado los primeros días ahora ya intuye la magnitud del desastre. Después de ser maltratado por la cadena y de restaurar su autoestima gracias a la buena acogida de 'Supervivientes 2024', el catalán recuperó el amor por la profesión y decidió aceptar todo lo que le pusieran por delante. No sé si lanzó por el miedo a que no sonara nunca más el teléfono, por la ambición de aumentar su cuenta o por puro aburrimiento. Aún así, no me quiero ni imaginar cómo sería el programa sin él, sin su capacidad de sacar lo mejor de la gente y de reírse incluso de uno mismo.
Me huelo, si todavía dura esto, que a medida que empiece 'GH' Jorge Javier empezará a delegar sus tareas por las tardes para centrarse en otros menesteres. Aunque nunca se sabe, y está en su derecho de hacer lo que le dé la gana; Jordi González estuvo 10 años haciendo programas a desgana y seguía manejando el cotarro con maestría. Y es que llegados a cierta edad y con un buen cheque por delante, lo de realizarse con el trabajo ya solo tiene sentido en los libros de autoayuda de Marian Rojas.
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