EL PORQUÉ DE LAS COSAS CATÓDICAS | Por Jesús Carmona.
Ayer coincidí con Martin Czehmester en la zona gourmet del Corte Inglés de Callao, y me sobrevino la certeza inapelable de la crueldad del tiempo. Del paso del tiempo, mejor dicho. No sé si lo sabrán pero Martin fue ese mozalbete ruso que iba siempre de la mano profesional de José Luis Moreno, como en una especie de funambulismo contractual, no se conocían imágenes de ambos por separado. En todo proyecto que Moreno lanzaba ahí estaba El Ruso, de forma silenciosa y obvia. Fue su momento álgido de popularidad, hasta que vino la oscuridad.
Y su imagen sigue siendo de atractivo, bien tratado por el tiempo y de persona ocupada y preocupada por su afeite personal. Pero la madurez se ha cebado en su tersura y ya destila olor a naftalina y tiempos pretéritos. Y explico todo esto para hacer ver que el tiempo es el que escribe el epitafio de lo que fuimos, somos y seremos. Lo dicta todo él, desde la sombra.
Este hombre, cuando estaba arrobado por el luz del éxito, probablemente se encandiló y se autoimpuso un caché profesional, al que respondieron mientras se le obtuvo rentabilidad. Ahora quién sabe lo que haría por cinco minutos de gloria, de reconocimiento y, por qué no, de realización profesional. Me atrevería a diagnosticarle su problema: no soltarse en su debido momento de las faldas de papá Moreno.
Lo mismo que le pasó a la actriz Loles León. En su caso se pueden conjugar dos factores determinantes: el paso del tiempo y su particular percepción de sí misma y de la realidad. Su papel como Paloma Cuesta la catapultó en la televisión gracias a Antena 3. Esos fueron los años de vinos y rosas para la intérprete, que si bien era pantagruélica en su personaje, conforme éste tomaba relieve, y los aplausos la ensordecían, un día quiso aspirar a más, y terminó aspirando el polvo del patio por el que el guion la obligó a lanzarse. A veces la vanidad nos hace creernos tan imprescindibles que cometemos unas salidas de pata de banco imperdonables.
Loles pidió un aumento de sueldo casi insultante e inabarcable para los mandamases de la serie, lo que produjo una brecha, un cisma en las relaciones profesionales de la actriz con los sobrinos de José Luis Moreno. Incluso, la tirantez fue tal que la caída por el patio de Desengaño 21 fue la oferta más dignificante que se le propuso. Y ya entonces, Loles bajó al moro, pero con soberbia y un despotismo que la ha ayudado todos estos años a escupir en contra de los creadores de aquella serie y 'La que se avecina'.
Su falta de autocrítica la llevó a suicidarse en la silla de Inés Ballester en TVE. Escocida como estaba por que los sobrinos de Moreno no la llamaron desde un principio para formar parte del elenco de 'La que se avecina' en Telecinco, se despachó campante vomitando en contra de la cadena y de los contenidos de la misma.
“En mi casa no se sintoniza esa cadena”, fue la frase que la arrulló en un ostracismo laboral sin vuelta atrás. Ésa y aquel lazo naranja que se colocó un día en defensa de los trabajadores de TVE, trabajando ella de forma fija en el espacio Amigas y conocidas. Estas meteduras de pata –que demuestran su torpeza- la abocaron a reconocer lo inevitable: estaba sin trabajo y arruinada. Y aquí viene lo divertido de verdad.
Loles un día quiso ser humilde, justo el día en que su nevera estaba insultantemente vacía, sus facturas acumulándose en el buzón y los vecinos no la veían salir de casa. Entonces quiso acercar posturas, tras probar suerte en otras cadenas a nivel serial. Telefoneó un buen día a una buena amiga de socialismo que triunfa con foco propio en una serie de Telecinco, y surtió efecto. No gracias íntegramente a la amiga, sino a Globomedia, productora de 'Anclados'. Le concedieron un papelito a la actriz, pero con varias cláusulas escritas en letra tácita y como favor personalísimo. Una de las condiciones más apremiantes es la que sigue: volver a ser amiga de Alberto y Laura Caballero.
Y una porque lo necesita para pagar deudas y los otros porque televisiva y empresarialmente Loles León es rentable, las negociaciones van por buen puerto. No es de extrañar que en unas semanas veamos a León en La que se avecina, con un personaje cuasi fijo. Eso sí, ahora la cláusula la ponen ellos. Ahora, querida Loles, la becaria eres tú.
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