El magazín informativo presentado por Josep Cuní en la televisión privada de Catalunya finalizó su andadura de forma llamativamente discreta tras seis años en antena
Hay que remontarse unos años atrás cuando la sociedad catalana se sobresaltó en 2011 cuando Josep Cuní anunció su salida de la televisión pública para entrar a formar parte de la plantilla de 8tv, un canal privado que pertenece al Grupo Godó. Para que se hagan una idea aquellos que desconocen el mercado audiovisual catalán, es como si Ana Rosa Quintana dejara Telecinco para presentar un magazín informativo en 13Tv. El rey de las mañanas catalanas decía adiós a la comodidad de su trono para iniciar una aventura nocturna en un terreno mucho más modesto. Hace 6 años iniciaba una dura travesía, ser competitivo a nivel informativo en Catalunya era algo del todo impensable en ese momento, pero “8 al dia” consiguió aumentar su audiencia año a año logrando registros muy por encima de la cadena en la que habitaba hasta hace cuatro días. El programa se convirtió en una bocanada de aire fresco, un espacio abierto a todo el mundo marcado por la pluralidad de su línea editorial y con una alma mater capaz de transmitir credibilidad en cada uno de los terrenos que abordaron.
8tv es un canal pequeño, con 17 años a sus espaldas, que lucha contra un titán comunicativo como es TV3, que ya no es que sea un medio de comunicación al uso sino que forma parte de la identidad catalana. El magazín presentado por Josep Cuní conformó, junto a ‘Arucitys’ de Alfons Arús, el esqueleto de una cadena que no tenía ni tiene nada más a lo que agarrarse. ‘8 al dia’ logró arrebatarle parte de su audiencia fiel al canal público, convirtiéndose en referente informativo de jornadas electorales y en un refugio para aquellos espectadores que al llegar a sus casas esperan un análisis sosegado de la actualidad del día. No estamos hablando de un mero programa de televisión que le solventa la franja de noche a una cadena, sino que su existencia era la única forma de dar visibilidad a un canal que no tiene entidad propia más allá de la referencia pública que le otorgaban el tándem formado por Arús y Cuní.
Todo el hueco creado en el monopolio televisivo catalán y el vínculo que se establece con los espectadores, tras entrar en sus casas diariamente durante seis años, fueron fulminados de un plumazo el pasado viernes. De todos era sabido que el programa finalizaba este verano por un desacuerdo entre el presentador y la cadena, pero lo que nadie esperaba era esta despedida a la francesa. Sin anunciarse apenas en el resto de medios, el último programa transcurrió con normalidad, como si nada pasara esa noche, como si fuéramos a ver a Cuní y al resto de su equipo a la semana siguiente, pero se fueron a por tabaco y no parece que vayan a volver. Todo lo que recibió el espectador como despedida fue un video resumen de sus 6 años de historia y unas breves palabras del presentador, al finalizar al programa y sin tener a la audiencia prevenida. Un frío cierre de persiana que no contó en ningún momento con la interacción de sus feligreses. Nadie tuvo en cuenta el extraño vínculo que se establece entre un formato de televisión diario y sus espectadores, el público de Cuní no tuvo ni espacio ni tiempo para despedirse de su compañero de viaje durante seis años. Un abrupto adiós para un público fiel que depositó en él su confianza. Un final indigno para un programa al que le debe tanto 8tv.
En todo caso, felicitar a Josep Cuní y a todo su equipo por su buen hacer durante estos 6 años, sacando el máximo partido a su escaso presupuesto y mostrando la pluralidad de una Catalunya caza vez más atrincherada mediáticamente.
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