OPINIÓN | Un cambio esperado en Telecinco

 
Por Alejandro Cuenca. 

 

Un aire fresco y dinámico -alejado del cinismo y narcisismo manifiesto en su programa antecesor (‘MYHYV’)-, unos estilistas que desprenden buen rollo lejos del debate sobre si lo hacen mejor o peor, una Marta Torné divertida y apuesta y un buen casting hacen de ‘Cámbiame’ el programa revelación del verano para Telecinco. Le ha costado y le costará, puesto que aún le queda asentarse y ganar más público, pero el primer reto lo consiguió: recuperar parte de la audiencia perdida en el access de la sobremesa.

Todavía nos queda ver qué hará exactamente La Fábrica de la Tele cuando estrene su versión premium, pero por ahora, este programa ha despertado la curiosidad y el entusiasmo del público joven y cada mañana lo engancha para asistir al cambio personalizado de personas que llevan tiempo con ganas del mismo. La dinámica engancha desde el comienzo: una pasarela móvil -muy acertada teniendo en cuenta que se trata de cambio estilístico-, con un minuto de tiempo para aceptar el cambio, el juego de aceptar o no dicho cambio y la ejecución del mismo. Esto último es muy importante. No se trata de cambios interminables y procesos largos y cansinos, con un par de escenas dinámicas podemos comprobar por dónde irán los tiros en el cambio, algo que el público agradece y con lo que ya se ha evitado que parte del mismo se canse.

Esto es lo que ocurre con la selección de las personas elegidas para el cambio. Si fuera un cambio por cambiar aburriría al máximo, pero se agradece que el programa sea consecuente y sepa identificar cuando la persona en cuestión tiene su estilo, su personalidad y su carácter, porque esto forma parte de la moda, aunque no siempre se haya acertado.

Pero todo tiene un pero, y el de este programa consiste en el propio formato. ‘Cámbiame’ juega con un hándicap y es que con el tiempo debería ir introduciendo cambios, no ya de caras nuevas en los estilistas o presentación, sino en la dinámica del programa. De lo contrario estará condenado a desaparecer por monótono o, peor, acabar relegado en Divinity. Un programa que habla de cambio es el que mejor ejemplo tendría que dar del mismo. Hay que dejar que el espacio crezca, puesto que con el tiempo cansará a la audiencia. Otro punto negativo es el acompañamiento musical en los cambios, suele resultar repetitiva, no cuando usan la sintonía de cabecera, sino cuando se muestran los cambios estilísticos en la pasarela. No costaría mucho ampliar el repertorio musical.

No puede acabar esta columna sin mencionarlo, no. Los estilistas elegidos dan un toque perfecto y original al programa. Es lo que le da color. Cristina aporta un aire más cool y sofisticado; Pelayo supone una inyección de ánimos, cierta ternura y buen rollo, y Natalia es la locura y la libertad. Ellos, junto a Marta Torné hacen que el programa caiga en gracia y se mantenga en antena. Habrá que ver lo que ocurre con el tiempo, pero por el momento se podría decir que Telecinco ha dado con un espacio oportuno para la franja asignada. Seguiremos atentos.

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