Era reacio. Desde que se anunció 'Viajando con Chester', conducido por Risto Mejide, me había negado a sentarme para verlo, de una manera casi irracional, lo sé. No porque el formato no me pareciese atractivo, todo lo contrario, era "el formato". Ese espacio que venía reclamando nuestra televisión. Entrevista de tú a tú, con el sosiego adecuado para poder conocer al personaje en cuestión. Lo que me producía cierto rechazo era quien, en este caso, iba a ejercer de presentador, Risto Mejide.
Algunas de sus acciones en tiempos pretéritos me habían llevado a sacarlo de mi interés. Durante en su etapa de 'Operación Triunfo' comulgué con muchos de sus juicios hasta que éstos se fueron convirtiendo en disparos al aire, en críticas cada vez más agresivas. En criticar por criticar. Pero Telecinco se dio cuenta pronto de lo que perdía, y regresó.
El programa musical se hundió en su siguiente etapa sin el publicista. No se sabe muy bien si por las "dotes" de presentación de Pilar Rubio, si por el desencanto de los espectadores con el formato o por la ausencia de polémica sin los juicios de Risto Mejide. Lo intentó con el G-20 pero la incomodidad de sus críticas llevaron al cierre del espacio.
Al poco de anunciar que salía de todo este embolado mediático le volvimos a ver de jurado. Algo más refinado. Seguramente algunas cuestiones personales le hicieron ver la vida de otra forma. Pero seguía siendo reacio a confiar en Mejide. Ahora le estaban conviertiendo casi en un gurú, algunas de sus columnas de opinión se habían hecho virales y la gente las compartía y seguía como un credo. Me daba pereza, absoluta pereza.
Pero me rendí. Lo veo, lo consumo y lo disfruto. Risto pregunta, en ocasiones, lo que todos querríamos preguntar pero pocos se atreven. No puedo negar que a veces me frustra y me decepciona como cualquier entrevista en la que no se consigue lo que esperabas pero el balance es más que positivo. Tan floja me pareció la entrevista con Pablo Iglesias, donde Risto charló con él desde su atalaya de publicista, como maravillosa me pareció la de la ¿líder? de UPyD, Rosa Díez. Fue emocionante e intensa a partes iguales. Sin duda el punto álgido fue cuando Risto acusó de facha de izquierdas el programa electoral de la agrupación magenta y Rosa Díez desmontó su argumento poniéndole contra las cuerdas. No es que comulgue con la ideas de Díez, pero en este caso se pasó de Risto. Aun así, aunque a veces su protagonismo sea excesivo seguiré Viajando con Chester. Por cierto, ¿se atrevería Risto a hacerse un Chester sentado en la otra parte del sofá?