ANÁLISIS | Semana del 8 al 14 de agosto de 2022
Llega el verano y con él la escasez de temas. Toca coger lo más anecdótico y elevarlo a la categoría de alarma social. No me pertenece a mí discernir si en todo esto de los pinchazos en discotecas hay más de espectáculo televisivo que de realidad. Haberlos, haylos, no tenemos dudas, ¿pero hasta qué punto los medios de comunicación han hinchado el globo para tener a la audiencia enganchada?
Cuesta determinar la magnitud del fenómeno con el descrédito acumulado de muchos medios, así que nada mejor que la experiencia personal para poner en contexto la realidad. Sin intermediarios, con la información directamente de la fuente. Hace unos días, un amigo, me escribía el siguiente mensaje: “Hola, ayer me pincharon en BCN y perdí el conocimiento 4 horas. Desperté en la calle y me habían robado todo. Llevo todo el día haciendo pruebas y justo ahora acabo de salir de la policía. Cuando tenga teléfono te escribo”.
El mal cuerpo que te deja un mensaje de este tipo ya os lo podéis imaginar. Pero más allá de la preocupación personal, el hecho sirve para verificar que hay cierta "moda" implantada en el ocio nocturno que consiste en doblegar la voluntad de las personas para sacar algún provecho. Especialmente si son mujeres. Ahora bien, no es nada nuevo, ni tampoco algo que pase con mayor frecuencia que otros tipos de abusos.
Esta realidad constatable tiene un trasfondo en el que sí deberían profundizar los medios de comunicación. Más allá de alarmar, con datos algunas veces poco contrastados, deberían ir a la raíz o raíces del problema. Tras dos años de encierro pandémico, la explosión de libertad ha llevado a reventar las noches de jolgorio en locales y festejos populares. Salimos todos los buenos, pero también todos los malos. La fiesta ha vuelto a lo grande, con todas sus consecuencias. No es que trasnochar sea más peligros que antaño, pero salimos con más ganas y de tanto que nos bebemos las calles las probabilidades para que aflore la miseria humana también aumentan.
"Solo hace falta ver a los tertulianos de 'El programa del verano' y similares cuando toca abordar el tema de los pinchazos"
Pero más allá de analizar el resurgir de los animales nocturnos, los medios deberían poner el foco en las actitudes de los hombres en el mundo moderno. Con el empoderamiento femenino van muy perdidos. El desconcierto de muchos de ellos, que ven amenazados sus privilegios de género, desata su ira hasta el punto de recurrir a la violación para conseguir sus propósitos.
Solo hace falta ver a los tertulianos de 'El programa del verano' y similares cuando toca abordar el tema de los pinchazos. Esta semana en la mesa de sucesos, tras una denuncia poco documentada, se jactaban todos ellos reduciendo el hecho a una chiquillada. Que podría ser, pero claro, si te lo dicen esos señores que huelen a naftalina y que en otro contexto se rasgarían las vestiduras, empiezas a desconfiar.
De alguna forma, los medios, se sienten más cómodos transformando los sucesos en espectáculos que yendo a la raíz social de los problemas. Prefieren reducir los pinchazos a una "moda" peligrosa para sembrar el miedo entre los espectadores, antes que analizar la raíz testosterónica que determina el hecho. Y así con todos los temas. Pasa lo mismo con las violaciones grupales o con las ocupaciones de pisos, en las que prefieren quedarse con las trifulcas entre vecinos antes que analizar la situación de la vivienda en España. Todo lo que suponga replantearse el sistema es mejor taparlo con el espectáculo de la miseria.
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