Irene Rosales se sometió a 'La escalera de las emociones' en 'Viva la vida', donde abrió su corazón a Emma García
Como ya hicieron el resto de sus compañeros de 'Viva la vida', este domingo Irene Rosales se sometía a 'La escalera de las emociones' donde habló por primera vez de sus mayores miedos y decepciones.
En el primer escalón, el de la 'culpa', la mujer de Kiko Rivera ha recordado con muchísimo dolor el reciente fallecimiento de su madre. "Me siento culpable de que damos por hecho que las personas van a durar toda la vida. Me acostumbré a que mi madre tenía que cuidar a mi padre. Si tengo que poner la palabra culpa en mi visa, me siento culpable por no haber hecho que ella hubiera disfrutado también de su vida. Me he sentido egoísta", reconoce Irene Rosales.
Además, admite que su vida ha cambiado por completo desde que su madre murió. "Se me ha ido la primera figura en mi familia. Mi pilar. Ese pilar hay que cuidarlo. Lo he tenido ahí, me ha ayudado en todo, pero no le he dado lo que se merecía. He sido muy egoísta, sobre todo desde que soy mamá".
La colaboradora de 'Viva la vida' se ha emocionado al recordar las palabras que su madre compartió con ella en los últimos meses antes de morir. "Me quiero cuidar para disfrutar de la vida". Esta culpabilidad a Irene le sigue pesando mucho, aunque por suerte, pudo tratarlo en vida con su progenitora y actualmente lo habla con sus hermanos, a los que está muy unida. Pero sabe que ese sentimiento de culpa le costará quitárselo.
"Mi mayor decepción es la que he tenido conmigo misma", reconoce Irene
En el segundo peldaño, el de la "decepción", Irene reconoce que "la decepción más grande es la que he tenido conmigo misma. Yo aspiraba a otros planes de futuro", ha confesado. Y es que, ella comenzó a trabajar muy joven y olvidó pensar en sus retos personales. Le hubiese gustado estudiar Educación Infantil, aunque también le apasiona el mundo de la policía y el ejército.
"En ese momento, puede ser por pereza, no le puse más ganas a la vida. Si me lo hubiese planteado podría haberlo llevado todo hacia adelante como hacen muchas personas", asegura. Además, hizo referencia a sus inseguridades y a lo poco que se había valorado durante toda su vida.
En el tercer peldaño, el de la "mentira", Irene rechaza toda clase de mentiras porque cuando a ella le han mentido le han hecho sentirse tonta. "Hay veces que soy demasiado buena". Y aquí ha hecho mención a la época en que peor lo pasó, cuando su marido, Kiko Rivera, estaba superando sus adicciones. "Me he comido esas mentiras porque sabía que podría haber una solución. Esas mentiras a la única persona que podían perjudicar era a él. Cada vez que había una, me dolía en el alma".
La nuera de Isabel Pantoja explicó a Emma García que, en su momento, le dolieron mucho, pero decidió apostar por su relación porque sabía que era el amor de su vida, y con el paso del tiempo, ha compensado aguantar todo eso.
"No concibo la vida sin el amor de Kiko"
Irene califica a su marido como una persona atenta, que siempre está muy pendiente de ella y sabe sacarle su mejor sonrosa. Y consigue evadirle de sus problemas cotidianos: "No concibo la vida sin el amor de Kiko", confiesa.
Respecto a sus hijas, Ana y Carlota, la colaboradora se emociona al hablar de ellas: "Nada de mi vida tendría sentido sin mis hijas". Además, ha revelado que Ana, la mayor, se parece mucho a su padre, sobre todo, en la nobleza que tiene.
En cuanto al "miedo", Irene reconoce, con total sinceridad: "A lo único que le tengo miedo es a la enfermedad". La colaboradora admite que le da terror lo que ha vivido Ana Obregón con el reciente fallecimiento de su hijo, Alex Lequio, a los 27 años.
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