El talento de Marc Giró, el verdadero servicio público de TVE

En estos tiempos de mediocridad televisiva, que alguien apueste por el talento de Marc Giró es un auténtico servicio público.

Son pocas las caras nuevas que tienen cabida en televisión. Especialmente en las cadenas privadas, que prefieren pluriemplear a los presentadores de siempre antes que dar protagonismo a nuevos talentos. Algo más de oportunidades se dan en TVE. Desde la televisión pública en los últimos años se ha apostado por profesionales menos conocidos en el ámbito nacional; véase Rodrígo Vázquez, Ion Aramendi o Aitor Albizua. La mayoría hombres, también hay que decirlo.

Esta temporada se unió a las nuevas generaciones de televisión española Marc Giró y su ‘Late Xou’ para La 2. El catalán, que ya gozaba de mucha popularidad en su tierra y que había colaborado puntualmente en el ruedo nacional, daba el salto el pasado otoño como presentador oficial del ente público. Una puesta de largo que llegaba después de un año de recorrido del mismo formato en su versión catalana.

El ‘Late Xou’ de Marc Giró, si bien no está obteniendo una audiencia por encima de la media de la cadena, ha conseguido posicionar a La 2 ante un público que, o bien la tenía olvidada o directamente desconocía su existencia. Giró ha entrado haciendo ruido pero sin ensuciar el suelo, con un formato que abraza el entretenimiento más transversal sin enfangar la imagen de la cadena. 

El talento de Marc se despliega desde que sale a la palestra. En su ambivalencia está su mayor virtud: tiene tanto de vedette como de filósofo griego. Le da completamente igual, y se nota que no hay hipocresía, conversar con Belén Esteban que con Rosa María Calaf. En ambos casos el público percibe el mismo interés por parte del presentador, que no rebaja ni eleva el personaje en función de su currículum, sino que se motiva por igual en su biografía y sus últimos proyectos en favor del entretenimiento.

Giró es rápido, gracioso y empático en la habilidad de detectar las incomodidades del entrevistado para readaptar el guión al gusto de este. De ahí que tenga una cartera de invitados poco frecuente en la televisión en abierto. Las entrevistas son claramente su punto fuerte. Y si hubiera que poner un pero, sería en el monólogo inicial. Giró ganaría más bajando las escaleras entre el público a modo de cabaretera y no leyendo un guión plantado como un pino en medio del plató. Como una vedette de ‘El Molino’, el catalán podría deleitarnos mucho más cada noche desplegando su ingenio entre el costumbrismo de las señoras y los piropos a los caballeros de buen ver.

En un momento tan mediocre para la pequeña pantalla, con Cristina Tárrega y Santi Acosta resucitando del olvido, apostar por Marc Giró en la televisión nacional es un verdadero servicio público. Veremos si le premian con una versión diaria para la próxima temporada.

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