Desvirtuar en el sentido de desmerecer y estropear. Eso es lo que precisamente le está ocurriendo a 'Bailando con las Estrellas'. Un formato que Telecinco traía de vuelta por todo lo alto el pasado 13 de enero con una ambiciosa producción y un potente casting, pero que, finalmente, se ha ido desdibujando por decisiones no muy acertadas.
Se estrenó con un prometedor 13,3% y más de 1,2 millones de espectadores. Para los tiempos que corren, fue un gran dato que, por supuesto, había que mantener o mejorar. Pero, lamentablemente, la tendencia ha sido decreciente. Además, el programa presentado por Jesús Vázquez y Valeria Mazza tuvo que enfrentarse a una feroz competencia en la gala 4 y 5 por la final de Benidorm Fest y los Goya 2024.
Entonces, por motivos obvios, 'Bailando con las Estrellas' bajó al unidígito con un 9,9% y un 8,5% de share respectivamente. Después, el talent show empezó a recobrar el pulso llegando a rozar o alcanzar la barrera del 11% en sus entregas 6, 7 y 8. Sin embargo, esa tendencia alcista se ha revertido. La pasada semana bajó a un 10,1% y este sábado ha continuado descendiendo su seguimiento con un 9,8% y 806.000 espectadores; perdiendo más de cien mil respecto al sábado pasado y siento el mínimo histórico en miles de esta nueva etapa del concurso.
Y en ello tienen mucho que ver los cambios de escaleta que se han producido y que, como apuntábamos al principio, han desdibujado la competición. Los concursantes son explosivos y reman a favor de obra. Se prestan a conflictos, tensiones y el nivel técnico que la mayoría ha adquirido en sus actuaciones es brillante y dignifica el formato. El jurado, a excepción de Antonia Dell'Atte y Boris Izaguirre, que restan y mucho al producto, también está muy bien escogido.
Entonces, ¿qué es lo que falla? Jesús Vázquez y Valeria Mazza no están alcanzando la excelencia como maestros de ceremonias. A la argentina se le nota perdida y solo destaca o busca destacar por sus vestuarios. Mal asunto este si una comunicadora solo resalta por eso. Y Jesús Vázquez tampoco es el Jesús Vázquez de antaño con esa soltura y dominio del directo. Se pierde también, se agita demasiado, grita, hace aportaciones insulsas, corta abruptamente por el descontrol de los tiempos... A buen seguro, ha sacado de quicio a más de un espectador en su casa.
Ahora bien, no es ese el gran lastre de 'Bailando con las Estrellas', sino su desatinada dirección. Desconociendo si es una decisión propia de los responsables del programa o de la cadena, que hayan alterado la ceremonia del último baile y, por ende, la expulsión no ha beneficiado en nada al concurso. Todo lo contrario. Encadenamos varias semanas con una mecánica diferente a la anunciada en la que no se disputa la eliminatoria al final de cada gala, sino que se hace al comienzo de la siguiente.
Esto fue algo que empezó a realizarse después de que en una de las emisiones se quedaran sin tiempo y tuvieran que chapar sin comunicar el expulsado. Fue un final bochornoso que causó una enorme indignación y que, muy posiblemente, propició que muchos telespectadores se bajaran del barco. Y aunque debió ser algo excepcional por ese nefasto control de los tiempos, esa dinámica se ha mantenido para perjuicio del talent.
¿Cómo se pretende mantener la atención del público hasta el final de la velada si el plato fuerte de la noche y lo que más interés genera se posterga para el arranque del siguiente programa? Resulta obvio que la gente desconecte y que el espacio haya ido perdiendo fuelle hasta caer a su mínimo en espectadores a pesar de que es una noche con muy poca competencia. 'Atrapa un millón' en Antena 3 apenas anotó un 10% y el cine de La 1 de TVE no despuntó con un mal 8,3%.
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