ANÁLISIS | Semana del 14 al 20 de noviembre de 2022
Hay vivencias con tantas aristas que bien merecen de una inmersión en profundidad para encajar todas las piezas del puzzle. Cuando las historias tienen enjundia se puede estirar el chicle de su relato, pero hay que tener en cuenta las limitaciones de tiempo y espacio. Por muy jugoso que sea un caso hay que saber dosificarlo y administrar sus episodios en el momento adecuado.
‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’ es probablemente uno de los formatos televisivos más importantes de la última década. Por muchas razones, pero principalmente por su trascendencia social. La docuserie de Rocío Carrasco fue mucho más allá del entretenimiento para convertirse en un formato de concienciación y conocimiento. Estaba claro que el programa sería una bomba para el mundo del corazón, lo que nadie esperaba antes de su emisión es que el testimonio de la hija de Rocío Jurado derrumbaría los muros del entretenimiento para colarse en la agenda social de este país.
Una vez finalizada esta primera temporada nos quedamos con ganas de más, había muchos otros elementos en la vida de Rocío Carrasco por desentrañar. La importancia de su testimonio contra la violencia de género terminaba con la primera tanda de capítulos, pero todavía existían muchas otras heridas por abrir en su relación, o no relación, con la familia mediática.
La historia estaba ahí, y la expectación del público también. ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’ se cerró en junio del 2021 cebando el interés del espectador sediento de más contenido con la llegada de ‘En el nombre de Rocío’. Y en ese momento se jugaron bien las cartas promocionales. Aprovechar el éxito de la primera temporada para anunciar la segunda tras un tiempo prudencial.
Al final ese tiempo se dilató en exceso, y las decisiones que se fueron tomando a partir de ese momento diluyeron la llegada de la esperada continuación. En otoño del 2021 tenía que volver el testimonio de la hija de la Jurado, pero su estreno en abierto se retrasó hasta septiembre del 22. Y esta espera no fue lo peor, si la trama interesa la gente mantiene el enganche pese a al año de por medio, lo que peor se gestionó fue la forma de estrenarla. Algún genio pensó que para rascar cuatro suscriptores en MiTele la segunda temporada debía emitirse en exclusiva a través de la versión de pago de Mediaset.
"La docuserie de Rocío Carrasco nos ofrecía cada semana una experiencia televisiva bastante notable, pero les falló la estrategia"
Un lío de narices que solo hizo que generar desconcierto entre la audiencia. El primer episodio de 'En el nombre de Rocío' se emitió en abierto a mediados de junio con un estupendo 17,9% de share. Después la producción quedó en el olvido durante el verano al ser emitida a través de MiTele. Una decisión de la que más tarde se desentendieron para terminar emitiendo toda la serie en abierto.
Lo que empezó con datos discretos fue subiendo hasta conseguir audiencias decentes. Teniendo en cuenta que esta segunda temporada iba precedida cada lunes en la parrilla del infumable resumen de ‘Pesadilla en el paraíso’, no es baladí subir el share de la noche más de 5 puntos tras el paupérrimo dato dejado por el reality previo.
Unos datos que no están mal pero que podrían haber sido mucho mejores si se hubiera cuidado el producto con una emisión bien anunciada y sin volantazos de última hora. 'En el nombre de Rocío' nos ofrecía cada semana una experiencia televisiva bastante notable. Por su liturgia, por su estética cuidada o por algunas de sus memorables intros. Todo ello revistiendo la poliédrica relación de los Mohedano, una historia de telenovela (de las buenas) con un toque muy cañí.
Tenían el producto, el packaging y a los personajes pero les falló el lineal del supermercado y la estrategia de lanzamiento.
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