Iker Jiménez se ha convertido en el protagonista de 'Cuarto Milenio' al confesar una de sus vivencias más aterradoras en una carretera de España
'Cuarto Milenio' ha vivido un momento de lo más sorprendente al tener a Iker Jiménez explicando sus propias vivencias de lo más aterradoras. El presentador en esta ocasión ha saltado a protagonista al explicar algo que sucedió hace exactamente veinticinco años. Así lo ha explicado él mismo en el programa de este domingo veintidós de mayo.
El presentador de Cuatro ha situado lo sucedido en una carretera secundaria española. No ubica en la Sierra del Retín (Barbate) cuando se le echó la noche encima y necesitaba un lugar donde dormir. Yo andaba por esos lugares en busca de misterios porque en sus inmediaciones había habido alguna aproximación de lo enigmático [...] Eran tiempos sin móviles, caía la noche y no encontraba ningún lugar en el que dormir, así que ya me veía pasando la noche dentro del coche. Me lamentaba porque al día siguiente tenía otros cientos de kilómetros por delante y otras investigaciones para la revista en la que yo trabajaba".
Tras una larga búsqueda, finalmente Iker Jiménez consiguió un lugar "recóndito" en el que poder descansar. Lo que no esperaba el presentador de 'Cuarto Milenio' era lo que le iba a suceder allí. "Tengo aquí el sonido de la cortina de macarrones detrás de mí", decía creando una gran expectación mientras una música de lo más inquietante y aterradora sonaba en plató. El lugar no era para confiar, según ha contado él mismo. Una vez estaba allí una sensación recorrió su cuerpo que le hico entender que "algo malo" le podía ocurrir. El presentador tuvo la "corazonada inmediata, como un punzón en la nuca, que te dice que te vayas de allí".
"Había dos tipos desencajados. Los tres parecía que habían interrumpido la conversación con la entrada de un forastero que acababa de entrar", explica. Ante la mirada de estos tres señores y la sensación que le recorrió el cuerpo pensó en marcharse, pero explica que la vergüenza no se lo permitió. "Yo iba de gran reportero en la vida, engreído, además había viajado mucho solo. No quise quedar mal delante de esos señores, pero algo en su mirada a mí me inquietó. Les dije que si tenían algún alojamiento y curiosamente los dos se me aproximaron y me dijeron que sí, pero que les tenía que acompañar".
"Pensé que iba a acabar mal, que me llevaban a un sitio para desvalijarme"
Lejos de decir que no, Iker Jiménez acepta y les sigue: "Ahí empieza una odisea que yo nunca he olvidado. Se montan en un vehículo y yo iba detrás sin saber a dónde me llevaban". Es precisamente en ese instante cuando su cabeza le empieza a jugar malas pasadas: "La mente se pone a maquinar. Yo no sabía dónde me llevaban y la carretera era cada vez más estrecha. Yo ascendía por una especie de puerto, con dos tipos que no me habían dado una buena sensación, sin saber a dónde iba. Así que empecé a pensar que eso iba a acabar mal, que me llevaban a un sitio para desvalijarme y vaya usted a saber qué más".
Después de un viaje en coche cuenta que llegan a una especie de refugio: "Llegamos a una especie de cortijo, de refugio, o caseta militar y me dijeron que ese iba a ser mi hogar en la noche. Había carteles como de los años 70 y me dio la sensación de que aquello no había sido utilizado desde entonces. Vi un pasillo con varias habitaciones, cada una más lúgubre que la otra. Me fijé que mi habitación no tenía llave y ahí me dejaron".
"Pasé una noche de verdadero terror, aunque no me agredieron"
Una vez le asignan la habitación donde va a dormir se fija que no tiene llave y que, por tanto, no iba a poder cerrar la puerta de forma segura. "Era tal mi tensión, mi soledad, que incluso me fijé que la puerta tampoco tenía llave. Pensé que había caído en la trampa y que era realmente un idiota, pensé que tenía que irme corriendo.
"Pensé que era un sitio malo, que me podía pasar cualquier cosa, que sabían que estaba ahí solo, que podían llamar a otros...", le decía su mente. Mientras, optó por sentarse en la cama y ponerse a leer un dosier de la revista 'Más allá', que su amigo Javier Sierra le había publicado. "Estaba solo, en ese refugio de la Sierra del Retín, esperando a que vinieran mis verdugos, según mi mente, y leyendo unas cosas espantosas. Ya no sabía qué hacer".
En mitad de la noche vio a un hombre sentado en el pasillo que le hizo sentir aún con más miedo si era posible. "Pasé una noche de verdadero terror, aunque no me agredieron", acaba contando. "Tiempo después, imaginé que igual solo me habían querido ayudar. Volví a aquel lugar dos veces y nunca encontré la venta ni el refugio. No estaba el sitio ese, seguramente había sido derruido en 5 años. Intenté investigar, pero ya no existía nada", explica.
La historia la ha utilizado Iker Jiménez para evidenciar las malas pasadas que nos puede hacer pasar la mente. "Es la fuerza de la mente humana cuando está en soledad. Me hubiera ahorrado mucho si en aquel momento, nada más entrar en la venta, me hubiese ido", acaba diciendo.
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