ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 1 al 7 de abril de 2019.
Nadie es imprescindible en esta vida, y menos en televisión. Hay formatos con vida propia capaces de sobrevivir en el tiempo a pesar de fulminar alguna de sus piezas más elementales.
A tres semanas de les elecciones generales más fragmentadas de la historia de España, la campaña electoral ya hace días que se materializa a través del televisor. Los políticos son conscientes que el voto ya no se pesca únicamente en los debates electorales de calado clásico; ahora hace falta enfangarse, bajar hasta los programas de entretenimiento para mostrar su cara más humana y embaucar al público. El hombre, desafortunadamente no hay ninguna mujer con opciones a la presidencia, al servicio del espectáculo. Esta semana era el turno de desfilar por el salón de masajes de Bertín Osborne, pero no todos los candidatos aceptaron la invitación del cantante de rancheras. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias prefirieron no jugar en tierra hostil; por incomodidad o por no validar con su presencia la normalización de la ultraderecha, ya que Santiago Abascal estaba entre los invitados. Es lógico que un programa de televisión quiera contar con la controvertida figura del líder de VOX; pero también es plausible que los candidatos que deploran su ideología pongan líneas rojas a su discurso y no quieran formar parte del mismo juego.
Con las ausencias del centro y de la izquierda, el terreno de juego de la casa de Bertín Osborne quedó a merced de la derecha y de los nostálgicos del franquismo. No hubo sorpresas. El sello de ‘Mi casa es la tuya’ se mantuvo intacto, tres conversaciones entre algodones en el que la pregunta más incómoda se la llevó Rivera al insinuarle su posible romance con Malú. Es complicado distanciarse de idolologías y ceñirse únicamente al aspecto televisivo cuando uno contempla al trío de Colón, pero no me toca a mí analizar su propuesta de modelo de país. Si prescindes de indecencias e incongruencias el formato logró su cometido. Vimos la parte más “campechana” de los invitados, especialmente de Casado que se mostró menos encorsetado que el resto, y Bertín hizo gala de su habitual manual del macho alfa que tanto agradecen sus feligreses. Aunque cocinaron más bien poco, el líder de VOX no tuvo vergüenza alguna en afirmar que traía la comida preparada por su señora. El programa lideró la noche con un notable 15,1% de share, congregando a más de dos millones de espectadores.
Las cocinas que menos han notado la ausencia de su presentadora son las de la séptima temporada de ‘Masterchef’. Poco o nada se ha resentido la audiencia de la desaparición de Eva González, el programa conseguía esta semana liderar la noche del martes con un buen 16,6% de share. Como ya sucede en la versión americana del formato, se ha demostrado por fin en España que la figura del presentador/a es del todo prescindible en este programa. Con los años que llevan Jordi Cruz y Pepe Rodríguez frente las cámaras, no tanto Samantha que no tiene gracia ni para anunciar quesitos, ya tienen suficiente bagaje en el sentido del espectáculo como para ejercer de maestros de ceremonias. Se agradece el cambio de mecánica en un formato tan trillado, y no se echan en falta los apuntes de relleno de guión con los que nos deleitaba la amiga de María Jesús Ruiz.
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