ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 17 al 23 de diciembre de 2018.
Los contadores de historias saben que las desgracias ajenas son el mejor señuelo para entretener a sus oyentes. El morbo llama a la audiencia y esta semana la televisión revistió de nuevo el negocio con el siempre discreto traje de la aflicción.
Hubo una época en que los medios esperaban un tiempo prudencial entre el anuncio de la muerte de un personaje conocido y la exposición pública de sus trapos sucios. Actualmente, cuando nuestra relación con la información está condicionada por una inmediatez endiablada, ya no hay tiempos prudenciales que valgan para empezar con la extirpación de las vísceras del fallecido. No hay nada de malo en ello, la televisión es una empresa más que en vez de fabricar tarros de mermelada produce contenidos con las emociones humanas como materia prima. El primer ejemplo de ello lo encontramos el pasado domingo con la muerte el cantante Chiquetete, más conocido por ser un miserable que maltrataba a su ex pareja que por su “dilatada” carrera artística. Si analizamos la noticia en términos empresariales podemos decir que esa mañana le tocó el Gordo a ‘Socialité’, el programa presentado por María Patiño desplegó todos sus medios para cubrir la defunción, logrando máximo de temporada con un estupendo 13,7% de share. Pero la noticia del traspaso del cantante a esas horas del mediodía ya quedaba un poco antigua para el espectador sediento de novedades, por eso nos obsequiaron con una trifulca bizarra entre familia y amante en el mismo tanatorio.
Más allá de la muerte de Chiquetete la semana vino marcada por el lamentable asesinato de Laura Luelmo, y aunque suene obsceno y se diga sin ánimo de reproche, la televisión se benefició de ello. El lunes se encontraba el cuerpo y ‘Ya es mediodía’ conseguía su mejor dato histórico con un 14,2% de share, y no solo eso, el programa de Sonsoles Ónega informando durante todo la semana de los pormenores del suceso obtuvo sus mejores resultados desde su estreno en el mes de junio. No solo ‘Ya es mediodía’ se benefició de la desgracia, Ana Rosa se disparaba el martes con máximo de temporada (22,3%) diseccionando el caso con su equipo de forenses habituales. La tragedia llama a la audiencia y el análisis va mucho más allá de la televisión, es una obviedad que todos los medios con interés comercial sacan provecho económico de la narración del dolor. No hay culpables en tan insana tradición, el espectador demanda y la pequeña pantalla dispone.
Mucho menos trágico fue lo acontecido el viernes en Barcelona, aunque la televisión se encargara de sobredimensionarlo. Medios, políticos y líderes de opinión venían anunciando el apocalipsis desde hacía días, y al final, pese a cuatro incidentes con categoría de gamberrada absurda, la jornada transcurrió con normalidad. Lo digo con conocimiento de causa, ver la ciudad con tus propios ojos el 21D no tenía nada que ver con la imagen que se proyectaba a través del televisor. Uno podía leer en Telecinco el rótulo de “Batalla campal en Barcelona” y bajar a la calle en ese mismo instante sin más preocupación que sacar el perro a pasear y no encontrarse con un agente de la Guardia Urbana. El gran beneficiado siempre que ocurre un acontecimiento con tintes políticos es ‘Al rojo vivo’ y el viernes se ratificó la tendencia, Ferreras despuntaba con un excelente 18,4% de share con su cobertura del Consejo de Ministros. Cuanto peor estamos mejor le va a la televisión, pero el interés que despierta la tragedia es algo tan intrínseco en el ser humano que cualquier debate sobre su cobertura termina justo donde empieza la ley.
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