Llegar a casa por la noche e intentar desconectar con algo de contenido televisivo en abierto se está convirtiendo en una odisea. Ya no hay nada a esas horas del día que consiga abstraernos de nuestras rutinas para sumergirnos en el maravilloso mundo del entretenimiento.
La televisión en España no ha entendido el nuevo rol que ocupa entre los medios. Debería asumir el contexto en el que se ubica actualmente, potenciar sus bazas y dejar de aspirar a unos patrones de tiempos pretéritos que ya no tienen cabida en el contexto actual. Como una vedette olvidada, la tele pretende seguir conquistando con caspa a los que todavía persisten en el patio de butacas, en vez de actualizar su espectáculo para atraer a nuevos espectadores.
Viendo el panorama de la oferta en abierto, un servidor está traicionando sus ideales y cada vez consume más contenido en plataformas, aunque prometo no pronunciar nunca eso tan pedante de: "Yo ya no veo la televisión". Y es que vaya otoño más prolífico de talento patrio nos están regalando los Netflix y compañía.
'Sálvese quien pueda', el mayor trasvase de talento de la TV generalista a las plataformas
La televisión convencional murió el día que los animales de 'Sálvame' hicieron sus maletas para irse a Netflix. El estreno de 'Sálvese quien pueda' supone el mayor trasvase de talento que se ha producido nunca entre la pequeña pantalla tradicional y las plataformas, enviando a la intrascendencia absoluta a la primera para dotar de vida y espontaneidad a las segundas.
El neoreality protagonizado por los panelistas de 'Sálvame' es un delirio que nos recuerda que la tele fue alegre algún día. Un viaje a Miami, en el que el pretexto laboral es lo de menos, donde los ex colaboradores hacen un alarde de todo su bagaje televisivo. El carisma de Belén Esteban, la emotividad de María Patiño o la generosidad de Lydia Lozano, se entremezclan en una comedia coral en la que los personajes son tan enormes que terminan aplastando el guión.
Durante 14 años se colaron en nuestras casas cada tarde y ahora ya son unos más de la familia. Por ello ya no necesitan ninguna historia rocambolesca para atraparnos, con poco nos basta. Queremos verlos a ellos ya sea tomándose un vaso de colacao o sentados en un autobús camino a ninguna parte. Nos da igual el destino, el viaje son ellos. Aunque su mayor talento sea la gestión del directo, en estos tres capítulos enlatados de 'Sálvese quien pueda' nos demuestran que su genialidad y personalidad siguen siendo televisión pura.
Pero no solo del carisma de sus protagonistas vive el programa, también hay unas mentes pensantes detrás que han sabido escribir el contexto para que brillaran. No queríamos verlos en un reality endiosados a lo Georgina o Tamara Falcó, sino embrutecidos siendo fieles a lo que son, pero con la ligera pátina de modernidad que les aporta Netflix. Y eso nos han dado, un chute de costumbrismo y diversión en el que nos hemos dado cuenta de lo mucho que los echamos de menos. Y pensar que antes los teníamos gratis cada tarde durante cuatro horas…
'La Mesías', la hostia menos dulce de los Javis
Para seguir tocando el cielo dentro del universo de las plataformas, nada mejor que ponerse los siete capítulos de 'La Mesías' en Movistar Plus+. No es redonda, pero es una joya audiovisual inteligente y explícitamente perversa. Con ella los Javis ya no son solo los reyes de la pornografia emocional, ahora dan un paso más y consiguen perturbarnos con una historia que entretiene e incomoda a partes iguales. Su obra más compleja y ambiciosa; tiene cosas de ‘Camino’, de ‘La llamada’ e incluso de Haneke. Una amalgama de estilos en el que siempre termina imperando su propio sello.
Es imposible entrar en casa de las Puig-Baró y no quedarse a vivir ahí dentro, aunque sea para degustar el miedo. Todo gracias al mejor elenco interpretativo del año, y de ahí no me bajo. Desde Ana Rujas, con esa mirada vidriosa que te hipnotiza en cada movimiento, al tándem que forman Lola Dueñas y Albert Pla. No hay personaje mal interpretado, cada palabra está cuidada, al igual que el diseño de producción en el que todo está pensado al milímetro, nada se deja a la casualidad.
La televisión convencional se ha convertido en un sitio hostil cuando dos productos como ‘La Mesías’ y ‘Sálvese quien pueda’ ya no tienen sitio en ella. Ya sea por incomodidad o por extravagancia, la tele expulsa todo aquello que no encajaría en una residencia de la tercera edad. Y mientras se desangra cada año perdiendo espectadores a mansalva, los que la quisimos algun dia, ahora ya solo la vemos por nostalgia.
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