ANÁLISIS | Semana del 6 al 12 de marzo de 2023
Cada año, aprovechando estas fechas, muchas empresas tiñen sus fotos de perfil de color morado. Yo hago un poco lo mismo, me aprovecho del momento para escribir anualmente una crítica sobre la desigualdad de género en televisión. Lo podría hacer cualquier otra semana del año, pero parece que solo nos acordemos de las mujeres durante estos días de consignas y calles violetas.
La tele sigue siendo machista. Vale, hay una evolución desde Las Mama Chicho, ya no es todo tan obvio, pero la supremacía masculina sigue imperando en todas las cadenas de televisión. Ellas tienen que ser o muy guapas o muy reconocibles para tener hueco en la pantalla, no pueden permitirse ser mediocres, mientras ellos solo por su estatus masculino ya gozan de un buen pase para entrar a formar parte del “selecto” club de la televisión.
Siempre pongo el mismo ejemplo, pero es muy gráfico para ilustrar cómo actúa el machismo del siglo XXI. Los colaboradores y colaboradoras de 'Zapeando' son una representación bastante notable del modelo que impera en la televisión española. Mujeres guapas, simpáticas y listas frente a hombres, de los que no dudo de su ingenio, pero que físicamente no vendrían a representar los cánones de belleza helénica. Lo sé, no soy nadie para dar carnets de guapura, la belleza es subjetiva, o eso hay que decir para ser políticamente correcto, pero hay cosas que saltan a la vista.
Todo hay que decirlo, en 'Zapeando', las mujeres que aparecen tienen un rol muy alejado del de florero. Tienen poder, presencia y lo de ser guapas o ir hechas un pincel es complementario al trabajo que ejecutan a la perfección Lorena Castell y compañía. Lo que hago es poner el foco en el criterio de selección, en la desigualdad por sexo que hay en muchas ocasiones a la hora da dar oportunidades para hacer pantalla. Algo similar a lo que sucede en 'Aruser@s'.
Mucho más pernicioso me parece el ejemplo que nos ofrece en forma y contenido cada noche ‘El Hormiguero’. Ahí, ya no solo es un aspecto de selección de perfiles, el formato navega en muchas ocasiones por el borde de los micromachismos. En su favor hay que decir que el cortijo de Pablo Motos ha evolucionado con el paso del tiempo. La perspectiva de género ya no es la misma que la de hace 10 años, y los comportamientos que antes se toleraban a base de risas enlatadas ahora se condenan.
Y si en los corrillos de los shows de entretenimiento las mesas suelen tener cierta paridad, cuando analizamos las tertulias políticas la balanza se decanta ligeramente hacia el lado masculino. Hay más hombres que mujeres en el gremio de los opinólogos. Aunque es algo que ha ido cambiando en los últimos años, una nueva hornada de mujeres ha ido conquistando terreno en las mesas de opinión. Lejos quedan aquellos tiempos en los que las únicas señoras que tenían voz para estos menesteres eran Pilar Rahola, María Antonia Iglesias o Isabel San Sebastián.
La radiografía actual en términos de desigualdad es mejorable, todavía queda un largo camino, pero hay ciertos avances de los que está bien que seamos conscientes. Mujeres delante y detrás de las cámaras, desempeñando roles mucho más ambiciosos que los geranios de antaño. Que Ana Rosa Quintana, pese a representar todo lo opuesto al feminismo progresista, sea una líder de opinión de masas, ya es un avance para las mujeres. Lo que acabo de escribir parece muy contradictorio, pero es significativo.
Pero vamos, que la tele sigue siendo machista. Solo hace falta ver los consejos de administración de los grandes grupos de comunicación españoles para entender que el verdadero poder sigue estando en manos de los mismos.
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