Joaquín Prat ha estallado en 'El programa de Ana Rosa' ante unos colaboradores desaforados que no respetaban el turno de palabra.
Hay días en los que a Joaquín Prat se le hace muy cuesta arriba moderar el debate que se genera en el club social de 'El programa de Ana Rosa'. Más aún cuando los ánimos entre los colaboradores están muy caldeados y cuando no cuenta con el respaldo de Ana Rosa Quintana como ha ocurrido este viernes; pues recuerden que la presentadora titular -recién reincorporada- solo va cuatro días a la semana por recomendación médica.
El magacín de Telecinco estaba abordando en ese momento el último y llamativo paso consumado por Iñigo Onieva para tratar de reconquistar a Tamara Falcó. Según ha contado el reportero y periodista Pepe del Real, el empresario habría acudido este jueves por la noche a una Iglesia del barrio madrileño de La Latina para conversar y solicitar ayuda a un religioso que le alumbre respecto a cómo resolver las cosas con la que iba a ser su prometida.
Precisamente se da la circunstancia de que fue el templo al que acudió la marquesa solo un día antes para participar en una especie de conferencia. Si bien, esta inesperada y muy curiosa información ha dado pie a todo tipo de reacciones en el plató. "Va a luchar por ella, me parece tan romántico que vaya a un confesor", opinaba por su parte Cristina Tárrega.
En cambio, otros tertulianos del programa veían con escepticismo y estupor que Onieva se haya inclinado por recurrir a un sacerdote para encontrar en él un guiador espiritual y una correa transmisora en la comunicación entre la hija de Isabel Preysler e Iñigo. Pero el debate se ha descontrolado y desmedido tanto que Joaquín Prat, absolutamente desbordado y llevándose las manos a la cabeza, ha estallado fuertemente y ha dicho basta.
"Luego ya os dirán en las redes sociales (los espectadores) que no se entiende nada de lo que estáis diciendo porque habláis todos a la vez", ha lamentado. Además, ha instado a que las represalias y/o quejas vayan a los colaboradores, no a él. "Pero que os lo digan a vosotros, que no me lo digan a mí", ha exclamado el presentador visiblemente indignado con unos compañeros que no respetaban el turno de palabra, que no paraban de pisarse y que, sobre todo, hacían caso omiso a sus toques de atención.
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