Esta semana volvían las tentaciones a la casa de Guadalix de la Sierra y esta vez marcadas por el juego de la semana pasada.
Los familiares y amigos de los concursantes han subido Guadalix durante la décima gala para dar apoyo durante unos minutos a los habitantes de la casa más famosa de España. Aunque solo había dos minutos para dos concursantes. La organización formó parejas para reencontrarse con los familiares, un miembro de la cual la semana pasada cogió el teléfono de las tentaciones para hablar con sus familiares y el otro miembro, que prefirió tener compañerismo y no cogió el teléfono para no arriesgar los elementos de la casa.
En la sala de pruebas les esperaba un cubo en el que se encontraban sus familiares y en total tenían dos minutos en los que los dos concursantes debían ver a sus familiares. La tarea de distribuir el tiempo recaía sobre el concursante que la semana pasada no cogió el teléfono.
Las parejas han sido: Pilar y Mina, Maico y Christian, Yangyang y Carlos y Hugo y Rubén. El primer miembro de la pareja la semana pasada no cogió el teléfono y esta semana podía decidir que tiempo estar con sus familiares. Tanto Pilar, como Maico y Hugo han repartido el tiempo equitativamente para que Mina, Christian y Rubén respectivamente pudiesen disfrutar el mismo tiempo que ellos de sus familiares. Por otro lado, Yangyang decidió darle más tiempo a Carlos que el que pasó ella con su familiar, ella solo consumió 45 segundos de los 2 minutos que tenía para repartir.
Antes de que Jorge Javier comunicase a Carlos el tiempo que le había dejado la chinita de Lanzarote, le preguntó cuanto tiempo le habría dejado él a Yangyang, a lo que el catalán contestó que siendo Yangyang, él hubiera consumido los dos minutos totalmente, es decir, no le hubiera dejado ningún tiempo para que disfrutase de su amiga. Tras esas palabras el plató se fundía en abucheos hacía el concursante, que mantenía su postura.
Además, al saber que Yangyang le había dejado más de un minuto, empezó a discutir con su novia, la visita que recibía dentro del cubo, que la chinita hacía un papelón y mantenía que él no le habría dado ni un solo segundo para disfrutar de su amiga. Y una vez de vuelta a la casa, este pensamiento también se lo trasladaba a sus compañeros, delante de la chinita de lanzarote.
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