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OPINIÓN | Nada cambia en un debate a cuatro inédito

Cambia, poco cambia. Si el símil entre el resultado y actitud de los candidatos a la Presidencia del Gobierno en el debate en diciembre del año pasado y en el de este 13 de junio correspondiera con la realidad, poca esperanza de gobierno quedaría. Los ruidos, una sintonía de otra época, los fallos en iluminación, la ausencia de temas como la Cultura, la Ciencia o la Educación o los recordatorios a Jordi Évole y ‘Salvados’ han protagonizado este Debate a 4 organizado por la Academia de la Televisión.
Auditivamente no fue de lo mejor. Entre ese zumbido sonoro de fondo durante toda la emisión y el estallido de un foco de iluminación -algo difícil de controlar, dicho sea de paso-, o esa sintonía propia de un baile de máscaras de una velada de ‘Gran Hotel’, no animaba a continuar visionando el debate. Es eso, un debate. Pero también un gran evento televisivo. No podemos evitarlo, pero sin bloques de temas interesantes como la Cultura o la Educación, sin incorporar preguntas de ciudadanos, sin novedades… Es un formato difícil, pero en el que tampoco se trabaja para modernizarlo. El hermetismo del guión, salvado por ciertas preguntas de los moderadores, hace menos atractivo su visionado.
Hay que valorar muy positivamente la intención de mejora de la Academia. Por un lado, su emisión multicanal; por otro, la novedad de incorporar tres grandes moderadores que son, a su vez, tres grandes profesionales de tres cadenas distintas como Pedro Piqueras, Ana Blanco y Vicente Vallés.
Dos cara a cara
Baja el rifirrafe, aunque sigue presente, entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. En este debate –al que por fin se ha incorporado el presidente en funciones del Gobierno, Mariano Rajoy-, se produjo simultáneamente dos cara a cara. Uno entre Iglesias y Albert Rivera y otro entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, aunque a ratos se producía debate a 3 con un Rajoy aparentemente perdido.
Iglesias fue a por el PSOE, esta vez, para insistir en un Gobierno de coalición, lo que ya cambia su intención respecto al anterior debate. Sánchez prefirió no tocar a Rivera y éste se enzarzó con Iglesias tal y como ocurrió en el cara a cara que protagonizaron la semana pasada en ‘Salvados’.
Hay algo que ha llamado la atención en este segundo debate en el que participaron los líderes “nuevos” de Ciudadanos y Podemos. Ya no parecían tan nuevos. Entraron poco a poco en el mismo mensaje o en el mismo envoltorio. De hecho, muestra de ello fue el minuto de oro de todos. Ese interpelar a la emoción, a los sentimientos, ya no fue tan palpable como en aquel diciembre del año pasado.
Tres moderadores
Pedro Piqueras, Ana Blanco y Vicente Vallés han hecho un buen trabajo como moderadores. A pesar del encorsetamiento típico de este formato, hicieron las preguntas oportunas, no repreguntaron ni tampoco es que fueran incisivos, pero sí lanzaron preguntas interesantes que dejaron, incluso a Rajoy, casi sin habla. Realizaron un trabajo impecable y se puede decir que juntar a estos tres profesionales de grupos audiovisuales dispares fue de lo mejor del debate.
Terceras elecciones
Todos los candidatos se comprometieron con que no haya lugar a una nueva consulta electoral. Más vale. Las posturas no parecen mucho más cercanas que en las elecciones de diciembre. A la pregunta de qué pasará con los pactos divagaron, evitaron concretar y no fueron al grano. Si vuelve a haber otro proceso electoral –esperemos que no sea necesario-, que haya preguntas de ciudadanos, que haya menos hermetismo y que, por favor, cambien de sintonía.

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