ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 11 al 17 de febrero de 2019.
Lejos de arriesgar con formatos transgresores las cadenas españolas apuestan por reformular grandes éxitos del pasado.
Dicen que en televisión ya está todo inventado, lo único que cambia es la forma de contarlo. Esta máxima, que tiene parte de verdad, es la premisa a la que se han agarrado los creativos televisivos para calcar esquemas ya vistos en los años 90. Esta semana llegaban dos nuevas ofertas de entretenimiento a la noche del viernes, dos formatos dispuestos a contentar a la audiencia con algo de sabor a refrito. La 1 puso en marcha ‘La mejor canción jamás cantada’, que es el mismo formato que en su día ya emitió la cadena pública aunque en esa ocasión llevaba por nombre ‘Los mejores años de nuestra vida canción a canción’. Por su parte Antena 3 estrenó ‘Juego de juegos’, el típico concurso noventero en el que la dinámica de preguntas y respuestas cede todo el protagonismo a la yincana infantil centrada en ridiculizar a los concursantes. El resultado de la guerra de remakes: la audiencia defenestró al programa de canciones con un paupérrimo 7,4% de share y elevó a los altares el concurso infantil de Silvia Abril, con más de tres millones de espectadores y un gran 18,7%.
Todavía es pronto para evaluar la viabilidad de estos formatos en función de sus datos de estreno, pero uno ya puede ir desgranando sus fortalezas (por pocas que sean) y debilidades. En ‘La mejor canción jamás cantada’ un grupo de cantantes variopinto versiona un éxito musical de las últimas décadas y la audiencia debe escoger cual es la mejor canción de nuestra historia. Pero a nadie le importa un bledo, o por lo menos nadie se esfuerza en disimularlo, empezando por unos intérpretes desganados que vienen obligados a la gala por deberle parte de su éxito a la productora, el primer día ya teníamos a cuatro concursantes de OT. Rn ‘La mejor canción jamás cantada’ todo está tremendamente pensado pero poco justificado, como una pizza a la que le vas añadiendo ingredientes para que no le falte de nada pero termina con un sabor imposible. El formato tiene de todo, desde un youtuber que como procede del ciberespacio alguien creyó que quedaría moderno a un humorista que pretende ser gracioso y que aparece sin venir a cuento para pintar con brocha gorda la cuota de humor. Por querer ser muchas cosas al final no consigue ser nada, la nostalgia pretendida y que podría ser su mejor baza para captar al espectador de La1 choca frontalmente con la voluntad desdibujada y excesivamente forzada de arrastrar a un público más joven.
Bastante mejor le fueron las cosas el viernes por la noche al ‘Juego de juegos’ de Antena 3. Por mucho que el programa fuera vapuleado en las redes sociales la audiencia conseguida lo sitúa como uno de los mejores estrenos de la temporada. No somos conscientes de la distancia que hay entrelas corrientes de opinión de Twitter y el pueblo llano hasta que vemos datos de audiencia que contradicen por completo los absolutos que circulan por el mayor patio de vecinos online, aunque un servidor coincidiera con ellos. ‘Juego de juegos’ requiere de un esfuerzo mental y emocional nulo, es el enésimo intento de Antena 3 con vocación de infantilizar los contenidos. No es un concurso sino más bien un espectáculo de circo grotesco. Nada importa la mecánica con tal de ver a los concursantes asumiendo grandes cuotas de ridiculez. Es como reunir todas las pruebas que realizan en ‘GH Dúo’ y condensarlas en un único programa de televisión, pero no hay nada más. Por no haber no hay ni verdad, los concursantes están tan pasados de vuelta y sus reacciones son tan exageradas que parecen sacados de alguna escuela de actores capitaneada por Sonia Monroy. La cara positiva de este chiqui park es Silvia Abril; al ser una actriz cómica que borda la impostura constante y al tratarse de un programa que se regodea en el exceso consigue encontrar el tono exacto para conducirlo.
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