ANÁLISIS | Semana del 29 de junio al 5 de julio de 2020
Bajo el debate generado esta semana por la emisión de una serie bilingüe en TV3 se esconde el verdadero problema de la cadena pública catalana.
‘Drama’, una serie que combina el castellano con el catalán de la plataforma ‘Playz’ de RTVE, aterrizaba el pasado lunes en la parrilla de TV3. A priori, lo más llamativo de esta adquisición es la falta de recursos de la pública catalana para ofrecer producción propia durante los meses de verano. Pero nadie parece interesado en abrir este melón. El debate sobre la gestión de recursos económicos quedó completamente relegado cuando prendió la mecha de la polémica tuitera por el uso del castellano en una serie emitida en TV3.
Durante la emisión de la serie los talibanes del catalanismo no tardaron en hacer uso de su ignorancia para censurar la presencia anecdótica de otra lengua en el canal autonómico. Esta polémica absurda, como todas las que se dan cada día en Twitter; podía haberse quedado perfectamente en el espacio virtual si no fuese por las declaraciones de la consellera de cultura catalana en la cadena SER. La consejera afirmaba que veía demasiado castellano en TV3 y que había dado un toque a la dirección de la cadena con el fin de corregir esta intrusión lingüística.
Las declaraciones, que nadan entre la torpeza y el sectarismo, responden básicamente a la animadversión hacía otro idioma, concretamente al español. Se puede acusar a TV3 de otras cosas, pero su modelo lingüístico es incuestionable en sus 36 años de historia. A falta de otras opciones televisivas en catalán, la cadena se ha encargado desde su creación de visibilizar una lengua claramente minoritaria en el mercado audiovisual. Si bien la sociedad catalana es prácticamente bilingüe, su cadena pública debía ser un refugio para potenciar el idioma menos visible en la pequeña pantalla de los catalanes.
TV3 debe ejercer como protector del catalán pero puede permitirse cuando la naturaleza de las situaciones lo exige hacer uso del castellano. Y esto es lo que lleva haciendo durante toda su historia, a excepción de la “catetada” y el estropicio que supone cada vez que deciden emitir una película española doblada al catalán.
El castellano en TV3 tiene una presencia muy marginal, pero la tiene. No se puede decir lo mismo del euskera, el galego o el catalán en TVE. Lejos de aprovechar la riqueza que ofrece la coexistencia de varios idiomas en un mismo territorio; las cadenas de televisión prefieren no incomodar a su público y seguir apostando por el pensamiento único. Dieciocho años tardaron en ‘Operación triunfo’ en cantar una canción en catalán y el día que Miki Nuñez tuvo la oportunidad no se desplomó la bolsa en España.
Los debates estériles generadas en Twitter se quedarían en eso si no fuera por la incontinencia verbal de algunos políticos. Con toda esta polvareda lingüística se obvió el principal problema de la televisión pública catalana y su falta de recursos para afrontar los próximos meses. Peligran dos de sus baluartes para el arranque de curso en septiembre y la parrilla para este verano se prevé bajo mínimos. La pública lleva años liderando con holgura las audiencias en Catalunya gracias a una programación informativa de referencia en el territorio. Pero cuando la actualidad informativa escasea la cadena se queda en bragas por la falta de producción propia en el terreno de la ficción y los programas de entretenimiento.
Después del productivo procés y del interés despertado por el Covid, el “pan para hoy, hambre para mañana” está llegando a TV3. La distancia se recorta respecto a sus competidores, y tras años priorizando la actualidad y descuidando la cultura; los meses venideros deberíamos preocuparnos más por subsanar esta situación que no por debates absurdos sobre la presencia anecdótica del castellano en la televisión pública de Catalunya
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