'Ni que fuéramos Shhh': El triunfo de la irreverencia | Columna

'Ni que fuéramos Shhh': El triunfo de la irreverencia en televisión

El hijo irreverente de 'Sálvame' es un digno heredero de su progenitor. Tener vida propia y que esta sea entretenida es el mayor logro que puede regalarnos un formato de televisión.

Rellenar 4 horas diarias de televisión con cinco euros y unas oficinas reconvertidas en plató es el mayor hito de la televisión moderna. Si a eso le sumas que esas 4 horas son lo más genuino que ofrece la pequeña pantalla, la hazaña bien merece un premio Ondas. 'Ni que fuéramos Shhh' es una revolución audiovisual dentro de un panorama amortajado, una proeza donde el talento ha suplido todas las carencias que acarrea la falta de dinero. No tienen los ceros para pagar las exclusivas, pero sí el ingenio para encontrarlas buscando hasta en la basura.

'Ni que fuéramos' es un digno vástago de su predecesor, más pobre, pero a su vez mucho más irreverente. La libertad que les ha concedido el nuevo medio facilita la posibilidad de abordar los temas sin cortapisas, señalando con nombres y apellidos a los protagonistas y sin la necesidad de practicar el servilismo con nadie. Nada, o casi nada, está prohibido en el cortijo de Belén Esteban. Es el único formato de la televisión generalista en el que se habla sin tapujos de todas las cadenas y de quienes trabajan en ellas. Gracias a su incontinencia verbal,  ya no solo se ve lo que la tele ofrece, sino todo lo que hay detrás y lo que se negocia en los despachos

'Sálvame' dejó una cantidad ingente de vagabundos que se encontraron sin un hogar al que regresar cada día a las cuatro de la tarde. No terminaba solo un programa de televisión, era como si de repente cortaran una serie a mitad de temporada o te encontraras sin vecinos en la escalera en las que has vivido toda tu vida. Era imposible equiparar el fin de 'Sálvame' al de cualquier otro programa, nadie en España había ofrecido una experiencia de telerrealidad tan extensa e inmersiva hasta entonces.

Encender la tele desde el fin de 'Sálvame' a esas horas del día se había convertido en un auténtico suplico. No solo era el fin de un entretenimiento audiovisual, también supuso un vacío cultural para una televisión cada vez más encorsetada e intrascendente. Hasta que volvieron Patiño y compañía para despertarnos de nuestro letargo, confirmando que entre los personajes y su público existía un vínculo que iba mucho más allá de lo habitual. Una experiencia compartida, en la que sentimos que si caen ellos caemos todos.

Con permiso de 'La Revuelta', 'Ni que fuéramos Shhh' acumula el mayor número de impactos virales de los últimos meses. Si sumamos los datos del directo de Youtube con los de Ten el resultado es todo un logro para un programa de sus dimensiones. Supera con creces la media de la cadena, aumenta su rendimiento en el target comercial y son líderes muchas tardes en la franja que va de los 25 a los 44 años. Son datos más que notables para un programa empieza de cero en una tierra yerma, en el que lo difícil es sacar la cabeza y darse a conocer. 

Aún así, con todo el esfuerzo que hay detrás, merecen mucho más de lo obtenido. Por hacernos desconectar de nuestras rutinas con algo tan sencillo como encender el televisor, por sorprendernos cada tarde con un nuevo delirio. Tener vida propia y que esta sea entretenida es el mayor logro que puede regalarnos un formato de televisión. Y ahí están ellos, haciendo historia cada tarde con cuatro euros y todo el talento del mundo.

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