José Mota se revuelve contra Ramón García en plena semifinal del ‘Grand Prix’

No hay duda de que una de las pruebas del ‘Grand Prix‘ que más momentazos nos suele dar es la de la «patata caliente». Y en esta primera semifinal no iba a ser menos. Desde el principio Elena Furiase mostraba su sufrimiento por tener que enfrentarse a la patata. Pero la hija de Lolita conseguía vencer a José Mota en su duelo final.

Así, en la primera «patata caliente» era Montse, la alcaldesa de Tineo la que perdía y le explotaba en su cara. En el segundo turno era la alcaldesa de Aguilar de Campoo la que no daba con la respuesta correcta y la patata terminaba explotándole.

De ese modo, en el tercer y último turno, Elena Furiase y José Mota como padrinos de Tineo y Aguilar de Campoo respectivamente se enfrentaban para conseguir el único punto que se iba a llevar el pueblo ganador de la prueba. Y aunque le costaba Elena Furiase conseguía acertar su pregunta pasándole la patata a su compañero.

Era entonces cuando Ramón García le lanzaba su pregunta al cómico manchego. «Número total de puntos anotados por Lebron James en temporada regular«, era lo que tenía que adivinar José Mota. Y aunque estaba cerca, el humorista no consiguió dar con la respuesta correcta (38.652). Así había respondido 38.700 justo cuando la patata ya enorme le explotaba en la cara.

La queja de José Mota al ‘Grand Prix’ por la «patata caliente»

«¡Pero cómo voy a acertar eso! ¡38.652! ¡Hombre! Eso es una pregunta con inquina… ¡Vamos, vamos, vamos!», se quejaba José Mota ante Ramón García dejando claro que estaba hecho para pillar y que fuera imposible responder eso. «¡Lo tenías ahí!», trataba de animarle Ramón.

«La última pregunta llevaba inquina Santa Catalina», insistía José Mota dolido por lo que le había tocado responder a él. «: «Pero la has jugado muy bien… Lo que pasa que te la ha pasado muy gorda, Elena», le contestaba por su parte el presentador.

Y lejos de ayudar a tranquilizar a José Mota, el cómico se revolvía todavía más por lo difícil que le había tocado la pregunta. «Esos decimales ahí puestos a mala leche… ¡Hombre, no!», seguía diciendo. «¡Amigo! Este es el juego», zanjaba Ramonchu.