Este lunes, hemos asistido al día más decisivo de la campaña electoral para los comicios generales del 23-J con el único cara a cara de Pedro Sánchez y Alberto Núñez-Feijóo celebrado en Atresmedia. Se ha emitido simultáneamente en Antena 3 y La Sexta y sus moderadores han sido Vicente Vallés y Ana Pastor.
En los espacios especiales que se han programado previamente en ambas cadenas para realizar la cobertura de la llegada de ambos candidatos a las instalaciones del grupo de comunicación, se ha explicado la minuciosidad con la que se iban a cuadrar todos los tiempos y la rigurosidad en el control del debate por parte de los dos presentadores elegidos. Se ha hecho hincapié en ello varias veces.
Sin embargo, esa rigurosidad y profesionalidad de Vicente Vallés y Ana Pastor no ha hecho acto de presencia en prácticamente ningún momento de los cien minutos que ha durado el cara a cara aproximadamente. Parecían meros figurantes sin poner orden, sin centrar la dialéctica y lo más grave: sin ser capaces de verificar los datos que se ofrecían ante los espectadores. Las redes han ardido ante los numerosos titulares inciertos del político gallego y que, en cambio, han sido difundidos sin ningún filtro.
En todos los bloques -economía, empleo, política social, igualdad, viviendas o pactos y gobernabilidad- se han vivido desencuentros muy broncos y, sin embargo, no se ha producido ninguna mediación que permitiera que la audiencia asistiera al debate que verdaderamente merecía de cara a una cita electoral tan relevante como la que nos ocupa en menos de quince días.
El duelo ha sido tremendamente intenso, duro, embarrado, a cara de perro, con continuas e incontrolables interrupciones cruzadas y, sobre todo, con un desequilibrio y una falta de imparcialidad pasmosa; claramente ejemplificada cuando Vallés ha amonestado exclusivamente a Pedro Sánchez en lugar de hacerlo a los dos líderes políticos por igual.
Lo cierto es que el papel de Vicente Vallés y Ana Pastor ha sido brutalmente criticado en redes sociales; con una avalancha monumental de reacciones contra el cuestionable desempeño de ambos comunicadores, que en la mayoría de los momentos parecían inexistentes a ojos de quienes han seguido el acontecimiento.
Muchos señalan que se ha tratado de un formato hecho a medida para el señor Feijóo y muy mal organizado por Atresmedia; pues es impensable que un debate de estas características y en estos tiempos de inmediatez no se haga contrastando los datos al instante para no contribuir a la expansión de bulos y fake news. "Lo contrario deja indefenso al espectador" y así se ha lamentado de forma generalizada:
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