Adiós a ‘Sálvame’: Amo tanto la tele que de ti me enamoré

Acaba 'Sálvame', y con ello se pone fin a una vida, a un universo propio que se ha abierto cada tarde al mundo para que los espectadores tuvieran acceso directo a las emociones de sus protagonistas. 

'Sálvame'
'Sálvame' se despide este viernes 23 de junio. | El Televisero

Nunca pensé que llegaría este momento, pero aquí me encuentro, escribiendo sobre el fin del programa de televisión más influyente en la cultura pop de este país de los últimos veinte años. Termina ‘Sálvame‘, y con ello se pone fin a una vida, a un universo propio que se ha abierto cada tarde al mundo para que los espectadores tuvieran acceso directo a las emociones de sus protagonistas. 

Tener vida propia y que esta sea entretenida es el mayor logro que puede alcanzar un formato de televisión. Si esto lo haces durante 14 años y con un presupuesto modesto la huella que dejas en la historia de la pequeña pantalla es incalculable. Es imposible equiparar el fin de ‘Sálvame’ al de cualquier otro programa, nadie en España ha ofrecido una experiencia de telerrealidad tan extensa e inmersiva hasta la fecha.

El programa de La fábrica de la tele supo hacer de la realidad un juego, un espectáculo genuino que explotaba todas las emociones de la vida con el aderezo justo para que no pierda ni un ápice de autenticidad. Con ellos transitamos por el grito, por el llanto, por la alegría… ‘Sálvame’ es lo que somos con un poco de ajo y perejil, el justo para no dejar de traspirar verdad. No solo ofrecía una ventana indiscreta a la vida de otros, también se encargaba de amenizar las tramas con una estructura audiovisual que homenajeaba, a su manera, la obra de Berlanga y Almodóvar. Los cebos, los efectos de sonido, los tiempos para detonar las bombas informativas… un engranaje perfecto que no dejaba de entretener a su audiencia por muy resabiada que estuviera esta.

«Es imposible equiparar el fin de ‘Sálvame’ al de cualquier otro programa en España»

No había tiempo para el aburrimiento en la escaleta de ‘Sálvame’. El valor más preciado del formato era esa sensación de imprevisibilidad que te acompañaba durante toda la tarde, ese intríngulis de no saber nunca hacia dónde podía derivar su trama. La falta de corsé propició que el espectáculo sobrepasara los límites del plató para continuar en los pasillos o en los lavabos de Telecinco. Las miserias humanas se daban la mano con el surrealismo para ofrecer cada tarde una historia diferente.

Por mucho que le pese al diario ‘El Mundo’, el universo ‘Sálvame’ ya hace tiempo que devoró el viejo estigma de la telebasura. Los guardianes de la moral que antaño se rasgaban las vestiduras indignándose por la existencia de ‘Sálvame’, ahora se sorprenden rendidos a sus encantos y poniendo likes a sus vídeos en Twitter. El programa supo conectar con las nuevas generaciones sin perder a su público objetivo, todos esos que ya hace años que peinan canas y que encontraron en el patio de vecinos de Telecinco una compañía a la que asomarse cada tarde.

«‘Sálvame’ ha hecho más por la visibilidad de ciertas realidades sociales que muchos organismos públicos de este país»

Más allá de la compañía ofrecida, al público sénior y al no tan sénior, también hay que poner en valor la labor social del programa. Por muy exagerado que pueda sonar, ‘Sálvame’ ha hecho más por la visibilidad de ciertas realidades que la mayoría de organismos públicos de este país. El machismo, la homofobia o el racismo, que aparecían puntualmente en las opiniones de sus colaboradores, eran cuestionados en directo, abriendo debates y construyendo una masa de espectadores mucho más crítica de lo que le interesaba a los poderes de este país.

Y por eso se van, por incomodar. Ya pueden buscar recambios las mentes pensantes de Telecinco, ningún otro formato alcanzará sus datos. Nos dicen adiós como líderes absolutos de su franja de emisión y dejando un vacío irreparable en la televisión en abierto. La tele, la de toda la vida, está hecha para formatos como ‘Sálvame’.

Así que gracias, por estos 14 años en los que os habéis dejado la piel para entretenernos con vuestra Divina Comedia. Por ser la voz de muchos que no la tienen, por romperos los sesos en cada programa aunque la noticia fuera la nada y por hacernos desconectar de nuestras rutinas con algo tan sencillo como encender el televisor. Gracias por darle valor a un medio cada vez más desfasado y estandarizado, y que con vuestra cancelación, entra ya sin paliativos en el terreno del peligro de extinción.

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