Crítica ‘El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro’: un irregular catálogo de cuentos terroríficos

Gabinete curiosidades Guillermo del Toro
Netflix

Netflix ha estrenado esta semana la miniserie de terror de Guillermo del Toro para asustarnos este mes de octubre, con 8 episodios repartidos en cuatro días

Guillermo del Toro puede que sea uno de los creadores más importantes de las últimas décadas. Su particular estilo y visión del terror y del género fantástico han hecho de él un director muy visionario y conocido. Todos hemos visto películas como ‘La forma del agua’, ‘Hellboy’ o incluso su particular adaptación de ‘Blade’. Y, como creador fascinado por el terror, era cuestión de tiempo que quisiera ofrecernos una antología de sus mejores historias. El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro‘ es una serie de 8 capítulos con la aprobación del propio Guillermo del Toro, aunque sin su firma. Sí, porque cada episodio está dirigido por un creador diferente, pero todos bajo la atenta mirada del realizador mexicano.

Como si de ‘Alfred Hitchcock Presenta…‘ se tratara, Guillermo del Toro abre cada episodio mostrándonos su propio gabinete de curiosidades. Una especie de mueble repleto de escondrijos y detalles. Y, al comienzo de cada capítulo, Guillermo del Toro selecciona un elemento de dicho gabinete para introducirnos a la historia. Esta particular forma de comenzar no solo nos retrotrae a la serie de Alfred Hitchcock o a nuestra versión patria con ‘Historias para no dormir‘ y Chicho Ibáñez-Serrador. Sino incluso a ‘El hombre ilustrado‘, ese clásico literario de Ray Bradbury, en el que cada tatuaje narraba una historia diferente.

Netflix, abandonado momentáneamente su marca (es decir, estrenar todos los capítulos de golpe), ha decidido estrenar los 8 episodios en 4 días consecutivos. Y ya hemos podido ver los dos primeros, ambos sin superar la hora de duración y con una factura técnica envidiable. ¿El problema? Que son un tanto irregulares.

El Trastero 36

Un hombre cree que un trastero lleno de trastos misteriosos pondrá fin a sus problemas de deudas. Pero pronto se ve envuelto en una situación mortal y desesperada.

El primero de los episodios de la serie de ‘El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro’ empieza con un premisa muy interesante. El personaje de Tim Blake Nelson (al que solo le falta una gorra de Make America Great Again) es odioso. Es egoísta. Es racista. Y es sumamente despreciable que hasta acabas por cogerle un cariño extraño. Nada más comprar ese trastero abandonado sabemos que algo malo le va a suceder. Pero el problema es que tarda mucho en empezar la historia real. Y en un capítulo de solo 45 minutos autoconclusivo, es casi un pecado mortal.

Dirigido por Guillermo Navarro, la historia va generando una tensión in crescendo con mucho pulso. Todo gracias no solo a la ambientación tan cuidada, sino a la magnética interpretación de Tim Blake Nelson, que da un auténtico recital. Pero está claro que a la historia los minutos de duración se le quedan cortos. ‘El lote 36’ deja en evidencia la irregularidad de esta propuesta. Cuando todo se pone interesante, llega el final del episodio. Sí, tiene una escena final que se ve venir casi desde el principio, aunque es muy satisfactoria.

El lore que se construye de fondo daba para mucho más. Toda la escena en el anticuario es puro Guillermo del Toro, al igual que el personaje interesado en los grimorios, interpretado por el francés Sebastian Roché. Y por eso precisamente uno se queda con una sensación agridulce al llegar al final. Obviamente, es una historia que se merecía mucho más, y que podría haber dado para una gran serie por sí misma.

Ratas de Cementerio

Un ladrón de tumbas le echa el ojo a las riquezas del recién llegado al cementerio. Pero para conseguirlas deberá vérselas con un laberinto de túneles (y con las ratas).

Esta propuesta dirigida por Vincenzo Natali (realizador que nos deslumbró hace ya casi 3 décadas con la brillante ‘Cube’) es infinitamente mejor que su predecesora. Y su duración es perfecta. No da la sensación de ser una historia acortada para incluirse en una antología, sino todo lo contrario. Es una historia corta con su inicio, nudo y desenlace. Al igual que en ‘El lote 36’, se nos presenta a un protagonista odioso, codicioso y ladrón: robando dientes de oro a los muertos.

Aunque tarda también un poco en arrancar (es el episodio más corto de toda la serie), cuando lo hace es una propuesta claustrofóbica y terrorífica. Al más puro estilo de terror gótico de comienzos de siglo XX, con ecos incluso a Edgar Allan Poe, ‘Ratas de cementerio’ tiene un toque de vieja escuela muy gratificante. Quizá la mano de Del Toro se nota menos, pero no por ello es un capítulo menor.

David Hewlett, el actor protagonista, se carga la historia a sus espaldas, y se enfrenta a todo con tal de salir victorioso. ¡Y vaya si lo hace! Al menos para el público. Según va introduciéndose más y más en los túneles secretos que serpentean bajo el cementerio, vamos sufriendo con él. Cada paso que da, cada roca que cae, cada luz que se apaga… cada rata que aparece. Porque las verdaderas protagonistas son las ratas. Sí, en algún momento canta el CGI, pero es lo de menos, ya que se intenta por todos los medios recurrir a efectos especiales prácticos y tradicionales (esta rata de tamaño gigantesco).

En el apartado visual, Natali se luce, dejando muchas pinceladas de su firma como autor. Algunos planos imposibles que no hacen sino añadir claustrofobia y angustia a la historia. Un brillante añadido a la serie de Guillermo del Toro, que se posiciona como una de las más interesantes de toda la antología.

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