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Los Goya 2021: Dos horas y media de excesiva sobriedad en una gala oscura sin espontaneidad

Goya 2021

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La ceremonia de los Premios Goya 2021 nos dejó varias luces y sombras en una gala ausente de ritmo y show televisivo

No querían ser la gala del COVID, pero han hecho méritos para ello. No solo por el contexto, sino porque todo estaba atravesado por la pandemia. No ha sido fácil desconectar de la situación actual marcada por el Coronavirus. El Cine nos ayudó en los meses de encierro a cambiar el foco del silencio doloroso de las calles. Pero han sido dos horas y media de alusiones constantes, discursos y situaciones que recordaban de forma permanente todo lo que por un momento queríamos olvidar para celebrar que el Cine nos salvó. Málaga, el teatro Soho, ha acogido esta noche la entrega de los Premios Goya 2021. Una ceremonia preciosista, elegante y sobria. Todo ello en exceso.

La gala de la 35 edición de los premios Goya comenzaba con la apertura de Antonio Banderas. Era el maestro de ceremonias junto a una casi ausente María Casado. El actor abría la noche con un discurso emotivo, con las inflexiones marcadas, que establecía el punto de partida de una noche aciaga.

Dos horas y media de oscuridad en un momento en el que tanto necesitamos el color. Todo era milimétrico. Todo estaba en su sitio. Nada se dejaba a la improvisación. De hecho, las salidas de tono de algún entregador/a o de algún nominado/a rompía por unos segundo el tono uniforme de la gala.

Si algo ha sido de agradecer ha sido la brevedad. Era algo reclamado por los espectadores y participantes de la ceremonia. Habitual era la gala de los Goya en la que a las dos de la mañana todavía estaban con los agradecimientos y una larga lista de premios por entregar. Eso se ha solucionado con los ganadores entrando vía telemática. La organización ha decidido que fuesen los entregadores y no los nominados, que vivían una de sus noches más importantes, los que estuviesen presentes en el teatro. Querían evitar reunir a demasiada gente, cuando algunos en sus casas habían montado poco menos que una boda.

Además, Antonio Banderas, como actor internacional que es, ha tirado de agenda y ha pedido a sus compañeros que manden apoyo al cine español. Así, debió ser el mensaje porque algunos se han limitado a repetir esa frase sin alterarla. Otros le echaban algo más de gracia como Laura Dern que ha concentrado más alegría en su vídeo que la que se ha vivido durante la gran celebración del Cine Español.

Emotivo ha sido también el Goya de Honor a Ángela Molina precedido por un cuerpo de baile que, abanicos en mano, le han hecho un pasillo para recibirla. Ella, emocionada, con una belleza abrumadora y con una sencillez enternecedora ha pronunciado su discurso entre la memoria y la improvisación.

También el homenaje a Berlanga ha sido emocionante, aunque a ratos desconcertante. La voz de Diana Navarro con el “Americanos, os recibimos con alegría” contrastaba con un Carlos Latre recreando a Pepe Isbert que sin la luz del croma parecía Peñafiel con sombrero. El In Memoriam se solventó de una forma elegante. Hizo desparecer los aplausos que en otras galas resultaban, en ocasiones, injustos por la potencia que cogían dependiendo del recordado/a. Vanesa Martín interpetó a piano un tema que la letra se quedó corta. La música también la puso Aitana que actuó por Barbra Streisand o Nathy Peluso al inicio de la ceremonia con una Violetera a la que costaba entender por esa manía de los cantantes de ahora a bisbisear las letras hasta convertirse en ininteligibles.

https://twitter.com/premiosgoya/status/1368325729226809346?s=21

Reconozco el inmenso trabajo que ha habido detrás de esta ceremonia compleja en ejecución y en su celebración misma. Se ha tenido que ir adaptando a la evolución de la pandemia y eso es un mérito. Sin embargo, ha faltado chispa. Ha faltado que todo no pareciese estar tan milimétricamente estudiado. La espontaneidad bien entendida es necesaria, conecta con el espectador. La elegancia ha sido innegable, pero ha faltado cambiar el ritmo de una noche plana.

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