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La crítica de la semana: Un verano para olvidar

La crítica de la semana: Un verano para olvidar

Análisis semana del 22 al 28 de junio de 2020: Con la llegada del verano las cadenas tiran de saldos para rellenar los huecos de la parrilla televisiva.

Por muy atípico que sea este 2020 las dinámicas televisivas siguen su curso habitual. Termina el curso y con él llega la tediosa programación estival. Refritos, cine a mansalva y programas que pretenden animar a la audiencia con ínfimos presupuestos. Si durante los meses de confinamiento ya hemos sufrido en televisión los estragos de la falta de medios humanos y técnicos, con la llegada del verano toca la falta de inversión que se desprende de la disminución de público.  

El primer reducto de esta falta de medios lo veíamos hace dos semanas con el estreno de ‘Animales nocturnos’. El que supone el regreso a la primera línea de Cristina Tárrega es uno de los sinsentidos más destacados  de este verano. Una especie de programa de testimonios mezclado con secciones inconexas y colaboradores con nada que aportar más allá de su presencia. Todo ello envuelto en un plató reutilizable que termina de imprimir la falta de personalidad que caracteriza al programa.

No era mala idea estrenar en estos tiempos un formato de testimonios anónimos aprovechando el régimen de semilibertad en el que vivimos. Crear una atmósfera íntima para dar voz a los anhelos y curiosidades del público desde sus casas. El problema reside en que las llamadas no entran de forma directa, hay un trabajo previo que preestablece los discursos, quitándole a los testimonios cualquier atisbo de naturalidad. Todo es previsible, y la espontaneidad, que es lo único que alimenta este tipo de formatos, brilla por su ausencia

Cristina Tárrega vuelve 20 años después para reinterpretarse a sí misma en una especie de gag de ‘Homo zapping’. Ni ella ni los que la rodean encuentran el tono ya que no hay ningún criterio para sentar las bases de lo que pretenden ofrecer. ‘Anímales nocturnos’ es un intento de todo sin llegar a ser nada. Y viendo los datos de audiencia, no llega ni al 10% de share, lo más probable es que termine mutando en una especie de debate sobre ‘La casa fuerte’.

Otro formato prescindible de este verano es ‘Typical Spanish’. El nombre, que podía haber sido ingenioso en 1989, ahora ya huele a naftalina revenida. Grabado previamente a la explosión de la pandemia, el concurso pretende ser una especie de ‘Furor’ sobre cultura general de nuestro país. Un punto de partida ya de por sí poco apetecible que termina de ejecutarse de forma nefasta. Antiguo, casposo y con un público en plató que debe estar bañado en agua con misterio para mostrarse tan apasionado durante las más de dos horas que dura este suplicio.

Cuando un formato nos lo venden como “fresquito” se avecina tragedia. Y esto es lo que se podía leer en la nota de prensa de ‘Typical Spanish’. Desgraciadamente lo de “fresquito” se termina traduciendo en una verbena de bar de carretera con más sobreactuación que medios escénicos. Solo la espectacularidad o las grandes pruebas podrían justificar este desaguisado, pero ni eso tienen. Uno sufre al ver a Frank Blanco en este teatrillo de segunda mano en el que debería haber sido su gran salto a la televisión pública. El programa se conformaba el viernes con un pésimo 7,1% de share, esperamos que Blanco logre quitarse este mamotreto de encima y logre consolidar su carrera en TVE.

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