La crítica de la semana: En la plurinacionalidad está el gusto

ANÁLISIS | Semana del 15 al 21 de julio de 2019.

De las Canarias al barrio de Gràcia de Barcelona pasando por Navarrete, la ficción española es el mejor escaparate para reivindicar las múltiples identidades que sobreviven todavía en este país.

Durante años el entretenimiento español estuvo obsesionado en aniquilar acentos y estandarizar los rasgos de la idiosincrasia patria. Todo aquello que sobresalía o sucedía más allá de la Puerta de Alcalá parecía algo exótico en las series españolas, a excepción de algún personaje de asistenta del hogar con acento andaluz. Este paradigma que marcó buena parte de los patrones televisivos de principios de siglo se ha revertido en los últimos años. Apostando por producciones que reivindican los rasgos de las distintas nacionalidades que conviven en España.

El mejor ejemplo de ello es Hierro. La última apuesta de ficción de la factoría Movistar, que transcurre en isla canaria que lleva el mismo nombre. Un thriller costumbrista que entretiene a la vez que nos sorprende al mostrarnos un universo desconocido a pesar de compartir nacionalidad. Estamos tan poco acostumbrados en la península a frecuentar la riqueza canaria que en ocasiones hasta cuesta entender los diálogos entre los personajes de la serie. Riqueza dialectal y visual, con un paisaje apabullante que se convierte casi en protagonista; si no fuera porque el reparto lo encabeza Candela Peña, sublime a cada paso que da.

‘Paquita Salas’ es el mejor reflejo del Madrid más tolerante

Y de la belleza desconocida de la isla de El Hierro pasamos al Madrid más abierto; ese que conforma la amalgama de identidades de toda España que lo integran. Paquita Salas’ es el mejor reflejo del Madrid más tolerante; ese que llena teatros cada fin de semana y que ensalza las virtudes de la iconografía popular más denostada por las élites intelectuales. Aunque sea de Navarrete, Paquita es una madrileña más.

La tercera temporada de la comedia creada por Los Javis ya está disponible en esa plataforma digital de cuyo nombre no quiero acordarme. Si la serie se vio algo sobrepasada en su segunda temporada por la inyección de presupuesto que supuso la participación de Netflix, en ocasiones se tiró más de bolsillo que de ingenio, en esta última etapa ha recuperado la esencia de sus inicios. Todo evoluciona y Paquita lo ha hecho con cerebro, cediendo protagonismo a su corte y enriqueciendo cada capítulo con “cameos” inalcanzables para cualquier otra ficción española. Desternillante y entrañable, ‘Paquita Salas’ sigue siendo la mejor comedia española del siglo XXI.

Si tuviéramos que buscar a las precursoras de ‘Paquita Salas’ nos tendríamos que ir hasta el barrio de Gràcia de Barcelona, el lugar que dio vida ‘Teresina S.A’. Son lo mismo pero en catalán, mucha peluca y transgresión revisitada de nostalgia y reivindicación cultural. La serie emitida por TV3 regresaba este verano al canal privado 8tv, demostrando que sigue siendo moderna casi 30 años después.

La ficción mezcla a la perfección el apego de los catalanes por sus tradiciones con la integración de nuevos folclores llegados del resto de España. Presenta un Catalunya abierta sin por ello perder un ápice de su identidad, un ejemplo de convivencia en el que podrían identificarse perfectamente modelos sociales tan dispares como Rosalía o Pilar Rahola. Es la vida de tres señoras “muy catalanas” que viven de la economía sumergida y conviven con un grupo de vecinos muy variopinto, en el edificio hay hasta una sauna con transexuales que se dedican al oficio más antiguo del mundo. Y todo ello fue creado a principios de los 90…, definitivamente, vamos para atrás.

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