Semana del 29 de enero al 4 de febrero de 2018
Una gira por toda España, sencillos en lo más alto de las listas de ventas y unos datos de audiencia muy por encima de la media de la cadena. El éxito de esta edición de OT es incontestable pero su brillo es también el destello de un sector mermado.
Para alcanzar la gloria hizo falta algo más que retroalimentación a través de redes sociales, ‘OT’ tenía la estrategia pero también los ingredientes para atrapar al target (público objetivo) que lo catapultó al éxito:
- Un casting casi perfecto al que muchos no supieron verle la gracia en la gala de presentación pero que demostró dar en el blanco con la personalidad de sus concursantes. El programa tuvo claro que ellos serian los verdaderos protagonistas del formato por encima de las vanidades de cualquier jurado. Los espectadores nos equivocamos el primer día buscando las voces de Bisbal o Chenoa cuando teníamos algo mucho más contemporáneo: el carisma de Amaia o el talento de Alfred. La productora supo explotar los romances sin parecer que los incentivara, supo dar visibilidad a las realidades menos heteronormativas sin ningún atisbo de adoctrinamiento. El programa potenció los valores de los ‘triunfitos’ huyendo del conflicto, proyectando “buen rollo” aunque este no fuera siempre 100% real.
- Noemí Galera y su equipo de profesores se encargaron de enseñar pero a la vez marcaron el carácter televisivo de esta nueva edición de ‘OT’, siempre bajo las consignas del hombre en la sombra. La Galera, que de tele sabe un rato, guió a los chicos hacia los anhelos de la audiencia sin ninguna necesidad de adulterar la personalidad de esta nueva generación. Consiguió que no perdieran un ápice de frescura teniendo en cuenta que no dejaba de ser un programa de televisión.
- Roberto Leal es el presentador del año. Ponerse al frente de este transatlántico solo está al alcance de unos pocos y él cumplió con creces con su cometido. Profesionalidad y simpatía a partes iguales, Leal fue cercano sin resultar empalagoso, la cuota sur sin necesidad de exagerar los acentos, un conductor sin tropiezos y generoso que cedió todo el foco a los “triunfitos”. Encontró el tono perfecto para captivar al público sénior del canal público a la vez que no incomodaba a los nietos de estos.
Gran trabajo de Gestmusic que pone en valor la televisión en 2018. Llevan cuatro meses acaparando Twitter y corrillos de instituto, después de OT… ¿la nada?
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