Más periodismo. Ha regresado 'El Objetivo' a las noches de los domingos con más de un 10% de cuota de pantalla, cifra que trasladada a Cataluña se cifra en más de un 22% del share. Los datos son más reseñables si cabe cuando en la cadena vecina, el todopoderoso 'Gran Hermano' volvía con una edición más. Pero cada formato busca un público distinto. El programa de Ana Pastor contó con sus fieles habituales además de aquellos que se sumaron a tenor del excelente menú preparado para arrancar la temporada.
Entre los protagonistas de la actualidad está Artur Mas. Es indiscutible, la elecciones al Parlamento de Cataluña del próximo 27-S son determinantes; gane el Sí o el No. Muchos medios han resaltado que tras la citada fecha nada volverá a ser como antes. El análisis comenzó con la interpretación del siempre necesario Iñaki Gabilondo. El Maestro, como si de un Oráculo se tratase, daba las claves de la situación de desacuerdo que vive Cataluña con el resto de España. Gabilondo se ha convertido en la referencia, en esa figura a la que acudes para que te guíe por la senda correcta. Cerraron la pasada temporada con su análisis del panorama que estaba viviendo el país.
La visión de los medios catalanes para hacer autocrítica, para razonar el por qué de la delicada situación entre unos y otros la dio Mònica Terribas de la radio pública de Cataluña. En ocasiones parecía que la charla llevaba a determinar una situación de ruptura. Ya se hablaba de España y Cataluña, ya no se hacía la distinción y la precisión de que ambas son el mismo territorio. Atento a los pareceres de ambos periodistas estaba Artur Mas que a través de un catch nos dejaban observar en contadas ocasiones su reacción ante las críticas de ambos analistas. De vez en cuando, ni tan siquiera en los momentos clave en los que se le aludía, pero estaba ahí presente, atento con una sonrisa como si nada fuese con él.
Pero el momento cumbre llegó cuando Ana Pastor empezó con su entrevista. Huelga decir que el modelo que utiliza la periodista considero que es el necesario para enfrentarse a personajes huidizos como acostumbran a ser los políticos. Y más en este caso cuando Mas está en plena campaña electoral y sus respuestas iban a ser edulcoradas. Eso le habría servido quizá en otra ocasión, pero estamos hablando de Ana Pastor que no se le escapa una. Le forzó, lo puso contra las cuerdas, le exprimió y evitó que vendiese su discurso. A destacar el instante en que Pastor le pide tres riesgos que asumiría Cataluña si se separe de España. En ese momento se desbarató el discurso de Mas. No tenía prevista semejante flecha, él prefería señalar las virtudes. Pero las preguntas las hace la periodista. Entiéndase que enumerar los riesgos de una secesión puede llevar al traste su victoria en las elecciones catalanas. Pero no fue el único momento del tira y afloja entre ambos, Pastor apoyándose en los datos, demostró a Mas que en una entrevista con el periódico italiano "La Repubblica" advirtió de que existía la posibilidad de salir de Europa. Discurso que alteró durante la entrevista por aquello de la cercanía de la urnas.
Como si de un ring se tratase, con las campanas de fondo marcando los tiempos del combate, Pastor y Mas se enfrentaron en una conversación en la que la periodista quiso desmontar el discurso preparado para su venta. Buscó las cosquillas de Mas, evitó que poetizara sus acciones. Le pidió sinceridad, que hablase claro, le interrumpió cuando veía que no contaba las cosas como realmente eran. Asistimos a una conversación que venía siendo necesaria en este tema. Pastor buscó claridad. Que se dejase de peroratas alambicadas de oratoria política. Obviamente, las críticas han caído de nuevo hacia la periodista a la que, de nuevo, acusan de excesivo protagonismo. Pero esto forma parte del oficio, incluso si no ocurriese se echaría de menos. Lo que es evidente es el excelente trabajo que una vez más realizó Ana Pastor que ejerció un periodismo de calidad, buscando las claves que pocos habían preguntado a Mas y apoyándose en datos. Así da gusto.
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