HOMENAJE | El recuerdo de Lina Morgan

El humor se encuentra de luto. Perdemos a una de las piezas fundamentales de nuestra escena. La artista Lina Morgan nos deja a los 78 años tras varios meses de enfermedad y discreción. Ángeles López Segovia, que ese era su verdadero nombre, pasó más de nueve meses ingresada en un hospital aquejada de una neumonía, que luego derivó en otras complicaciones. Los últimos años de vida de la actriz pasaron en la más estricta intimidad. Su estado de salud era todo un misterio. En la redes sociales, por esa afición insana que tienen algunos usuarios, la habían dado por fallecida en más de una ocasión. Ojalá esta vez hubiese sido de nuevo un bulo, pero la vida va en serio.
Morgan es, posiblemente, una de las actrices más queridas, admiradas y entrañables de nuestra escena. Siempre primó para ella su familia y su profesión. Su vida personal jamás salió a la luz, salvó algún chupóptero que quiso hacer negocio contando historias que jamás demostraron. Algo que Lina siempre obvió comentar, ni responder. La actriz deja como legado un sinfín de títulos que serán recordados con muchos que crecimos con sus inimitables actuaciones. Estaba al altura del humor de otros grandes como Charles Chaplin. Tenía personalidad, y eso la convertía en un ser único. Una actriz que cuando se bajaba del escenario se trasformaba. Nada se dejaba ver de sus piernas incontrolables, de su labio remordido, o de sus orejas al vuelo forzadas por un sombrero. Nada tenía que ver. Cuando un personaje se separa de su actriz se ve la enormidad de quién lo encarna. 
Su trayectoria
Lina Morgan ha representado sobre los escenarios innumerables obras teatrales desde que empezase, cuando tan solo tenía 13 años con la Compañía Infantil de Baile Clásico Español con la pieza «Los chavalitos de España». Sobre las tablas representó éxitos como «La Marina te llama» (duró tres años en cartel), o «Celeste… no es un color» (logró el lleno absoluto durante más de dos años). También desempeñó su labor como empresaria haciéndose cargo de la dirección del Teatro La Latina (ahora de Pentación Espectáculos), centro de artes escénicas emblema en su barrio madrileño natal donde tantas noches colgó el cartel de «No hay entradas». Durante 27 años estuvo al frente del teatro junto a su hermano José Luis López Segovia. Cuando este falleció en 1995, supuso un mazazo para la actriz que le llevó a apartarse de la escena. Pocos son los trabajos que hay posteriores a esa fecha salvo alguna participación en series como «Aquí no hay quien viva» o «Escenas de Matrimonio». Pero si hubo un trabajo que  marcó su trayectoria televisiva fue «Hostal Royal Manzanares» (1996-1998), una serie grabada con público que consiguió audiencias de más de 8 millones de espectadores. En el cine también tiene títulos memorables como «La tonta del bote» o «Hermana, ¿pero qué has hecho?». Una carrera hecha con mimo y sello propio.
El recuerdo

Ahora queda el recuerdo. La responsabilidad de todos de que su trabajo no caiga en el olvido.  El que fue su teatro debería llevar ahora su nombre. Posiblemente ahora se le dedicará una calle, a título póstumo. Con suerte una plaza. Repasarán su carrera en «¡Qué tiempo tan feliz!» con los Supersingles interpretando el «Agradecida, emocionada». Pondrán en Cine de Barrio alguna de sus películas. ¿Pero, qué pasará el año que viene por estas fechas? Una cita en algún medio, alguien que hará un repaso a su trayectoria para rellenar espacio en el angustioso y poco noticiable mes de agosto, y poco a poco el recuerdo se irá borrando. Dentro de 10 años nadie recordará con tanto fervor a Lina Morgan. Sus películas caerán en el olvido, sus obras no serán recordadas, y de «Hostal Royal Manzanares» nos quedará la vaga melodía de su cabecera. 
Eso los que tuvimos la suerte de disfrutarla, pero las nuevas generaciones ni tan siquiera sabrán quién era Lina Morgan. Este país es injusto con su Cultura. Mientras Hollywood llena de honores a sus artistas, en España apenas se les mantiene en la mente. Mientras allí, su Paseo de la Fama se hace a lo grande, aquí se hace en una pequeña acera, con pocos nombres y sin ninguna promoción. Seguimos teniendo una asignatura pendiente con nuestra Cultura. Somos poco responsables con quienes, con tesón, han levantado, establecido y solidificado los cimientos de lo que ahora entendemos como nuestro Teatro, nuestro Cine o nuestra Televisión. Ellos son los primeros que nos hicieron reír o llorar, que dieron con las claves, que pusieron la primera piedra para construir el edificio cultural que ahora tenemos. Nuestras próximas generaciones deben conocer quién era Lina Morgan, quién fue Tony Leblanc, quién fue Miguel Delibes, quién fue Chillida, qué nos dejó Paco Valladares, quién era Antonio Vega, tantos y tantos, que van quedando atrás; como parte de una historia a la que ya no se recurre para recordar de dónde venimos. Parte de una historia que nos se estudia en nuestros colegios. Una historia que pierde prioridad frente a lo foráneo. Porque así hemos sido y somos nosotros, de elevar por los cielos lo que nos viene de fuera y dejar en el olvido lo que es nuestro. Así somos nosotros. Lina Morgan, te olvidaremos con cariño.

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