La vida puede dar muchas vueltas, de eso no hay ninguna duda. Nunca hay que dar nada por sentado, y lo que nos rodea hoy puede desaparecer a la mañana siguiente. O podemos tomar decisiones drásticas que cambien por completo nuestra forma de vivir. Eso es precisamente lo que ha hecho Beatriz Montañez. La periodista nacida en Ciudad Real se hizo famosa en España sobre todo gracias a su labor como copresentadora de 'El Intermedio', el mítico programa que conduce El Gran Wyoming. Ahí estuvo durante cinco años, desde 2006 a 2011, y se convirtió en uno de los rostros más populares de la televisión en España.
Tras abandonar el programa, "para descansar y acometer nuevos proyectos de formación personal", siguió ligada al medio televisivo, con programas como 'Hable con ellas' o 'El gran debate'. Seguía presente en la gran mayoría de casas de los españoles. Incluso en 2018 ganó el Premio Goya a Mejor Guion por la película documental 'Muchos hijos, un mono y un castillo', de Gustavo Salmerón. Pero tras su premio, la joven periodista decidió retirarse casi por completo de la vida pública. ¿Y qué fue de ella? Decidió refugiarse en una casa medio en ruinas en el bosque.
De presentar 'El Intermedio' a vivir con 150 euros en medio del bosque
Así leído parece que fue una decisión un tanto cuestionable. Pero nada más lejos de la realidad. Como explicó Beatriz Montañez en una entrevista para el programa de Àngels Barceló en La Ser, "Había mucho ruido en mi vida y eso me provocaba mucha inestabilidad. Sentía que en cualquier momento iba a explotar y necesitaba silencio. Quería parar y conocerme más". Y por ello, decidió romper con todo y, tras encontrar una casa de pastores, de piedra, abandonada, tuvo una revelación: "Cuando entré tuve una sensación espectacular".
Una casa que llevaba trece años abandonada, sin cobertura, electricidad ni agua caliente. "Me desprendí de todo lo material. He reducido mi vida a un contrato telefónico y una tarjeta de débito. No poseo nada y eso me hace sentir libre", comentó para la revista Traveler. Su refugio tiene un nombre, Niadela, título también de su primera novela, en la que relata su experiencia allí. Además, en los últimos años se ha vuelto vegana, por lo que su dieta es sostenible con todo lo que puede cultivar. Incluso el agua llega de un pozo subterráneo junto a la casa. Una vida idílica que ha sabido construirse a su antojo, lejos del ruido de la fama y de la gran ciudad.
"He aprendido a ser paciente, a ser prudente y práctica. He aprendido que todas mis miserias, errores, carencias, vulnerabilidad, conforman la persona que soy ahora y los acepto, porque si no sería no aceptar una parte de mí misma". Por ahora, la expresentadora no quiere ni oír hablar de su regreso a la gran ciudad a los programas de televisión. Esa etapa de su vida ligada a la pequeña pantalla parece haber finalizado.
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