Los Goya 2024: Cine español, medicina para ignorantes

No sé si toda la audiencia que pasó por los Goya 2024 en TVE quedó satisfecha con el espectáculo televisivo, lo que sí que tengo claro es que el mensaje que quería transmitir la gala les entró de lleno

Los Javis, Almodóvar y el homenaje a 'Todo sobre mi madre' en los Goya 2024.
Los Javis, Almodóvar y el homenaje a 'Todo sobre mi madre' en los Goya 2024.

Un sofá, unas cuantas estrellas patrias y un buen guion. Algo tan simple para conseguir uno de los momentos más brillantes de las últimas galas del cine español. A veces no hace falta mucho artificio para conseguir traspasar la pantalla. Y ayer en los Goya 2024, Javier Calvo, cuando miró a la platea y dijo «Amar el cine español es una de las formas más bonitas de amar nuestro país», nos tocó la patata a todos aquellos que sentimos que le debemos mucho al séptimo arte.

Televisivamente la gala de los Goya fue notable. Entiendo que no era un espectáculo que pudiera fascinar a todo el mundo, pero si querían circo haberse puesto ‘Bailando con las estrellas‘. Fue una ceremonia de premios para reivindicar un arte más que un formato de televisión para entretener a las masas. Y eso, de vez en cuando, tampoco está mal. 

En los Goya 2024 se alzó la voz por el cine español, ese fue el gran legado de la gala de este año. Poner en valor un tesoro cultural que necesita ser protegido de los ataques de los neandertales y de la desidia de los espectadores. Solo aquellos que hemos encontrado en las películas un manual de instrucciones para entender el mundo valoramos la importancia de este arte. El cine nos da contexto, nos ayuda entender al diferente o a reconocernos en las historias que nos cuentan para entendernos a nosotros mismos. Cada vez que cierra una sala de cine es como si cerrara una escuela.

Ana Belén y Los Javis en los Goya 2024.
Ana Belén y Los Javis en los Goya 2024.

Los Javis se encargaron de poner la parte emotiva del mensaje de amor al cine, y al final de la gala apareció Almodóvar para aportar a la reivindicación su faceta más combativa. Y es que si no nos levantamos nos pisan. El cineasta manchego puso en su sitio al vicepresidente castellanoleonés que unas horas antes, aprovechando las manifestaciones de los agricultores, había dicho que «los señoritos son los que quieren vivir de producir obras cinematográficas que luego no ve nadie a costa de millones y millones de euros que pagan con mucho esfuerzo los contribuyentes españoles». Ni en la cabeza de Yola Berrocal hubiese sido posible elaborar una demagogia tan barata.

Igual de necesario es un cineasta que un jornalero, de la misma forma que ver una película nos alimenta esas partes del cuerpo a las que no llegan los nutrientes de las manzanas. Pero no hablemos del señor de Vox, que ni escogiendo un traje tan feo tuvo el protagonismo que andaba buscando. Quedémonos con toda la gente que vio la gala y que pudo reencontrarse con sus recuerdos relacionados con alguna película española. Y es que por mucho que le pese a la caverna, la emisión televisada de la ceremonia tuvo una audiencia excelente al registrar un 23,5% de share. Para ponerlo en contexto, eso son 6 puntos más de lo que logró el Benidorm Fest hace una semana.

No sé si toda la audiencia que pasó ayer por TVE quedó satisfecha con el espectáculo televisivo,  lo que sí que tengo claro es que el mensaje que quería transmitir la gala les entró de lleno. Ya sea desde la visceralidad de las entrañas o desde la lógica del cerebro, quien vio la gala entendió la importancia de un arte que da valor a un país y a quienes lo habitan. ¡Qué bonito es el cine!

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