Crítica de la semana: 'Supervivientes' y 'La Isla de las Tentaciones', dos oasis para Telecinco

Los grandes formatos, con grandes presupuestos, escasean cada vez más en televisión. La pérdida de espectadores con la llegada de las plataformas ha derivado en una reducción en los presupuestos de las grandes cadenas. Bienvenidos a la lógica del mercado:  a menos audiencia, menos anunciantes y por lo tanto menos dinero que ingresan las televisiones para producir los formatos. Lo sé, no estoy descubriendo nada a no ser que seas el Padre Ángel, pero de alguna forma pomposa tenía que empezar el artículo.

Viendo el panorama de escasez y postguerra, cuando un grupo audiovisual apuesta por un gran programa de entretenimiento y este funciona es un motivo de celebración para el sector. Algo que ha sucedido esta semana con la nueva edición de ‘Tu cara me suena’, que se estrenaba con un glorioso 22,9% de share. Y en Telecinco, con menos holgura,también viene confirmándose con las dos islas, que han llegado para salvar los muebles de la cadena esta primavera.

‘La isla de las tentaciones’ es el mayor acierto en telerrealidad de los últimos 10 años. No hay otro formato reciente de este género que haya sobrevivido a tantas ediciones y que siga generando expectación semana tras semana. Sin ir más lejos, el pasado lunes registraba máximo de temporada con un 14,8% de share. Este dato, que puede parecer decente pero no extraordinario, es ahora mismo un salvavidas para Telecinco. Algo a lo que agarrarse en la deriva en la que viven instalados desde 2021.

¿Cuál es su secreto para seguir liderando en su sexta edición y para ser de los poquísimos programas que siguen triunfando entre el público joven? Pues una amalgama de sentimientos encontrados capaz de producirte vergüenza ajena y empatía al mismo tiempo. Miserias llevadas al extremo de la pornografía emocional en la que resulta fácil reconocerse, por muy por encima del hombro que nos miremos a sus concursantes. La mezcla justa entre impostura y víscera, con un engranaje audiovisual que funciona como un reloj a la hora de mover las tramas de la narrativa culebronesca.

Celos, inseguridades, pulsiones eroticofestivas… todos hemos estado ahí. Y el hecho de verlo y vivirlo a la vez que los participantes se termina traduciendo en una experiencia inmersiva como pocas. Aunque los veamos de cartón piedra, como extraterrestres que poco o nada tienen que ver con nuestro entorno, no podemos evitar reflejarnos en muchas de sus actitudes. Pura medicina para nuestro ego para estandarizarnos con cualquier ser humano, todos estamos hechos de la misma pasta, aunque sea un Ken con aires de Sergio Ramos.

Me atrevería a decir que ‘La isla de las tentaciones’ es junto a ‘Supervivientes’ los únicos programas en prime time que han funcionado en Telecinco en el último año. Y es que el el reality de supervivencia la está regalando a la cadena tres noches de liderazgo a la semana, algo que hace unos meses era a impensable para Mediaset. 

El programa presentado por Jorge Javier Vázquez, y tres personas más, llegó en un momento de necesidad absoluta para Telecinco y está dando los resultados esperados. No lo tenía fácil, se estrenó frente a un Real Madrid vs FC Barcelona y la semana pasada compitió contra el rosco ganador de ‘Pasapalabra’. A pesar de las inclemencias de la competencia y de un casting aparentemente muy poco atractivo, el programa se ha consolidado en la parrilla y este jueves sobresalía con un notable 17,2% de share.

Pocos confiaban en una edición cuyo principal rostro conocido era la peluquera Raquel Mosquera, que viendo la falta de vips se veía enfrascada en la aventura por segunda vez en su vida. Pero más allá de los nombres llamativos el programa tiene a un buen grupo de concursantes. No especialmente conocidos pero sí visiblemente motivados. Su actitud, enérgica desde que se enciende el pilotito rojo, hace mucho a la hora de seducir a una audiencia con ganas de ver aventuras vividas por sus protagonistas como si les fuera la vida en ello.

El casting está dando sus frutos, y todo ello no sería posible sin una dinámica de concurso que no permite que decaiga la trama en ningún momento. Las calamidades de los náufragos, siempre apetecibles para la audiencia, son compensadas con momentos de euforia que se celebran con alegría al observar que las penurias y necesidades que viven parecen reales. Nada mejor que una historia de superación con mucha miseria para quedarnos atrapados al sentirnos reconfortados desde el sofá de nuestra casa.