Superada la polémica del “mariconez”, ahora es el turno del machismo en ‘GH VIP’. Las interpretaciones del lenguaje y la abundancia de tiempo libre son el binomio perfecto para generar ruido televisivo.
Con el paso de los días la controversia por el cambio de una palabra en una canción de Mecano provoca la misma somnolencia que una entrevista a Karina en ‘Viva la vida’. No hace falta decir mucho más en un debate que ya está sobrexplotado, pero como algo tengo que escribir, pues vamos a recuperar la polémica de la semana. La concursante tenía todo el derecho a querer cambiar una palabra que la incomodaba de la misma forma que el autor de la canción era quien tenía la última palabra sobre dicha modificación. La torpeza de Ana Torroja escribiendo un tuit y la incontinencia verbal de algunos eruditos mediáticos se encargaron de darle alas a un debate lingüístico, necesario pero sobredimensionado. En todo este embrollo me quedo con el discurso pronunciado por Noemí Galera, más allá de la sensibilidad de cada uno es interesante plantearse otros esquemas mentales cuando uno se da de bruces con los planteamientos de nuevas generaciones. Ojalá todo esto haya servido de algo, pero me temo que el próximo fin de semana muchos de los que hicieron favorita a María (la chica que no quería pronunciar “mariconez”) seguirán cantando a pleno pulmón lo de “voy a vengarme de ese marica” cuando suenen Hombres G en algún garito.
Finiquitado el ‘mariconezgate’ ahora es el turno de #GHSíMachismoNo, una campaña iniciada en Twitter para pedir la expulsión disciplinaria de Suso de ‘GH VIP’. El joven, que no llegó precisamente a ser VIP por sus conocimientos sobre álgebra, hace alarde de su incapacidad mental dentro de la casa con frases tan censurables como: “Esa es la imagen que tienen tus compañeros de ti; moviendo las tetas y el culo como una guarra”. Suso es un ser despreciable, pero sus comentarios hacia las mujeres no distan mucho de las bravuconerías entre machirulos que se pueden escuchar en la mayoría de vestuarios masculinos. Generalizando su actitud no pretendo disculparle, simplemente remarco que su mentalidad es tristemente extensible a muchos hombres de su generación. Por ello, por ser Gran Hermano un escaparate televisado de la sociedad (salvando todas las distancias), pedir su expulsión disciplinaria me parece un error, no estamos hablando precisamente de un candidato a presidente del Gobierno y hay que darle la importancia justa. Suso debe ser juzgado por los espectadores con sus votaciones, reprendido por sus comentarios por el presentador y desterrado de nuestras vidas una vez finalice el reality.
El machismo es o no es, no hay medias tintas, pero sí debería haber matices a la hora de condenarlo. Y me meto en este jardín tan espinoso a raíz de algo que me sorprendió en las últimas semanas con el venerado trasero de un concursante masculino de ‘OT 2018’. Varios medios digitales e incluso RTVE no se cortaron y titularon de las siguientes formas: “Joan, el culo más sexi de OT 2018”, “El culo de Joan deja en shock y cruza la pasarela” “El culo de Joan se convierte en el protagonista de la Gala 2”. Mi primera reflexión fue: ¿me ofende como hombre? Y la respuesta es no. Me puede parecer ridículo y no deja de ser una forma de conseguir clicks en las noticias, pero como para llegar a incomodarme, pues no. La siguiente reflexión fue obvia, ¿si en caso del culo de un hombre fuera el de una mujer se habría armado la de Dios? Probablemente, sí. Y en parte es normal, debemos ser mucho más intransigentes y estar mucho más alerta con los machismos, por todo el agravio causado y que sigue generando en la actualidad. Llevamos tantos años de cosificación femenina que cuando cambia de sexo nadie se alerta, y a mi forma de verlo, podría seguir así, si se hace de una forma ingeniosa y sin faltar al respeto. Un ejemplo de buen gusto en el arte del “tiracañismo” es Boris Izaguirre en ‘Masterchef Calebrity’, el escritor no pierde la oportunidad de piropear a cualquier señor de buen ver que se cruce por su camino, y nos parece simpático y nadie se ofende por ello. Ojalá llegue el día en que hombres y mujeres actúen libremente basando su comportamiento en el respeto, aunque sea un concepto tremendamente subjetivo y difícil de medir. Entre lo apropiado, lo correcto y lo ofensivo hay una delgada línea. Lo de no le hagas al prójimo lo que no te gustaría que te hiciesen a ti ya no sirve, debemos tratar a los demás como estos quieran ser tratados independientemente de nuestra barra de medir.
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