‘Sálvame’ pone en evidencia los secretos más íntimos de sus colaboradores

La polémica que se desató la semana pasada con Terelu Campos ha propiciado que el programa haya expuesto a los tertulianos a la opinión de otros trabajadores de Mediaset.

No es la primera vez que los propios trabajadores del grupo de Fuencarral se ven envueltos en las tramas de Sálvame. Esta vez, han sido los colaboradores los que han terminado saliendo damnificados. La semana pasada, la hija de María Teresa Campos pasaba un mal trago, quizás el más amargo de los tantos que ha soportado, cuando varios de sus compañeros, de la época de Telemadrid, levantaron el teléfono y confesaron a la redacción del programa que era una presentadora “mandona y prepotente” en su trato con el equipo que le rodeaba.

Por ello, viendo que la trama ha funcionado en audiencias, la cúpula ha decidido estirar el chicle y rizar aún más el rizo sacando a la luz los secretos inconfesables que se han producido entre bambalinas y que los colaboradores han ocultado contra viento y marea hasta la fecha. Para ello, el martes colocaban unas urnas -cada una representaba a un colaborador- en los exteriores del plató para que los empleados de Mediaset que han contendido con ellos depositaran alguna queja o también alguna alabanza.

Fue este miércoles cuando llegaba el momento de empezar revelar las perlitas que caracterizan a los tertulianos. El primero de los secretos era que una colaboradora “pregunta a todos los departamentos cuánto cobran sus compañeros para saber si le pagan más o menos que a ella” y ¡bomba! no era otra que Chelo García Cortes, esa a la que tienen que sacar las palabras con alicates cada vez que acude al espacio. Precisamente es la razón por la que Gustavo González no tardó en objetar que “no es la más indicada para preguntar cuánto cobra cada uno ” al tiempo que le avisaba de que no tensara más la cuerda.

Más tarde, llegaba el turno de uno de los pesos pesados, un Kiko Hernández que quedó de tacaño cuando se destapó que pasaba los tickets de 0,50 céntimos de euro a la producción del programa para que se los abonaran. Un secreto a voces que no sorprendió porque sobre él siempre ha planeado la sombra de la roñería. No obstante, respondió tajante: “yo lo siento mucho porque la dirección se cabreará conmigo, pero es verdad que yo vivía en una zona donde había que coger un peaje de 1,50 euros la ida. Si vamos sumando al año son 720 euros, esto es lo que gana una persona al mes…». Además, sentenciaba:  «No sé si he pasado 50 céntimos, pero es mi dinero y como es mi dinero pues ya está«.

Por último, Sálvame cerraba la tarde con otra confesión más que, en esta ocasión, afectaba a Lydia Lozano, que nunca sale indemne de las cruzadas que se libran en plató. No estaba convocada este miércoles, pero se desveló que era ella la que «desconfía de la comida del público por temor a que esté envenenada». Un dato que choca teniendo en cuenta que atesora el cariño de la audiencia por encima de sus compañeros. Por eso, Kiko, que no da nunca puntada sin hilo, intervino para reprochar al público que siempre la defienden de las movidas y para dirigirse a cámara y llamarle “tarada” por tener ese miedo infundado.

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