La crítica de la semana: Miradas con estilo propio

ANÁLISIS DE AUDIENCIAS | Semana del 22 al 28 de enero de 2018

Los programas de entretenimiento realizan auténticos malabarismos para encontrar el equilibrio perfecto. Cada género requiere su enfoque y esta semana nos dejó tres buenos ejemplos de concordancia entre formato y estilo.

Cuenta la leyenda que fue el propio Paolo Vasile, consejero delegado de Mediaset, el que encargó personalmente al periodista catalán Josep Cuní un reportaje con motivo del primer aniversario del mandato Trump. Vasile, que de tele sabe un rato, confió en un periodista muy desconocido para el público español un programa en pleno prime time de Cuatro. Resultado de la arriesgada apuesta: un escueto 5,8% de share pero posiblemente el reportaje más clarificador para entender la sociedad americana que catapultó al magnate del pelo teñido a la Casa Blanca. No es que en ‘La América de Trump’ descubran lo impensable, pero sí ofrecen una mirada nueva, un análisis del votante de la América profunda, esos seres que nunca aparecerían en un capítulo de ‘Sexo en Nueva York’ pero que también conforman los idolatrados Estados Unidos. Josep Cuní tiene estilo propio pero lo que mejor define sus obras es la búsqueda constante de respuestas. Mientras muchos otros programas lanzan mil preguntas al aire para terminar no respondiendo ninguna, Cuní nunca defrauda; desenvolviéndose como pez en el agua en la actualidad y resolviendo las dudas que plantea al espectador.

Encontrar el equilibrio perfecto para un programa de desaparecidos que encima tiene una versión original de éxito parece una tarea imposible. El morbo que rodea siempre este tipo de sucesos hace que los formatos que los abordan caigan frecuentemente en el amarillismo. No es el caso de ‘Desaparecidos’, la versión 2018 de ‘¿Quién sabe dónde?’ que se estrenó el pasado miércoles en La1 con un 12,4% de share. Paco Lobatón cede el testigo en la presentación Silvia Intxaurrondo, una conductora idónea para el programa, una sonrisa amable sin caer en el plañimiento excesivo de las víctimas, una voz amable capaz de relatar la peor pesadilla sin perder un ápice de rigor, una mirada incómoda sin recurrir al morbo gratuito. Más allá de Intxaurrondo, otro de los grandes aciertos del programa es la modernización de sus formas. Adaptarse a los tiempos y sacarle partido a las redes sociales, justificando su objetivo e implicando a la audiencia a través de la aplicación del programa.

Las tertulias futbolísticas también merecían una nueva mirada para atrapar a la audiencia, un nuevo punto de vista que supiera abordar las pasiones que despierta el deporte rey revisando el estilo aplicado hasta el momento. ‘Punto pelota’ adaptó las formas de ‘Sálvame’ en su momento y ‘El Chiringuito de Jugones’ hace lo propio en su andadura en Mega. Después de la enésima derrota del Real Madrid, los espectadores hambrientos de tragedia griega saciaron sus ansias con el programa de Pedrerol, registrando el pasado miércoles un  excelente 8,7% de share. La tertulia futbolística de Atresmedia reúne todo los elementos para ofrecer un entretenimiento desternillante cimentado en un presupuesto escaso. Músicas épicas que envuelven el ambiente de tensión por nimio que sea el contenido, unos colaboradores enfurecidos con un gran sentido del espectáculo y su propia Belén Esteban encarnada en la figura de Tomás Roncero. Un circo televisado con cuatro sillas y una pizarra, un show pensado para entretener incluso a los menos devotos del fútbol.

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