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El bestiario de Sálvame (4/5): De licenciadas a vedettes

En la primera década de los 2000 estuvieron entre las primeras espadas de la crónica social en España, fueron grandes referentes de la prensa del corazón, requeridas y anheladas por todos los programas de contenido rosa. Con los años tuvieron que reciclarse para seguir en pantalla, de licenciadas pasaron a vedettes y sin pasar por el Folies Bergère. Los nuevos tiempos exigieron menos impostura y más freak show, de poco sirvieron los estudios a sus espaldas, tuvieron que adaptarse al medio para conservar su puesto en los mundos de ‘Sálvame’.
Lydia Lozano: su facilidad para el llanto y su predisposición absoluta a favor del formato hacen de ella un rostro venerado por la audiencia del programa. Lo mismo realiza una imitación de Raffaella Carrà que de una menina de Velázquez, le da al programa lo que necesita y se mueve perfectamente en todos los registros. Tiene la vida más que solucionada económicamente pero su “chute” de cámara le da la vida, es una adicta a Telecinco y su vida profesional hace tiempo que le ganó la partida a la personal, tendremos a Lydia en pantalla hasta el día en que se muera. La vemos disfrutar como una niña con sus bailes, derramar lágrimas en los lavabos o lucir modelitos vistosos cada tarde, para ella el programa es un reality, un mundo paralelo al que arrojar sus sentimientos, es su vida. Una de las colaboradoras más queridas por el público y apreciadas por los trabajadores de la cadena, la audiencia olvidó sus errores del pasado convirtiéndola en esa vecina pija despistada que de tan “sentida” termina resultando entrañable.
Karmele Marchante: su participación en el programa sigue claramente una línea descendente, empezó siendo uno de los puntales del formato y actualmente su presencia es meramente anecdótica. Ninguneada por los presentadores y ridiculizada por sus compañeros, Karmele deambula por el plató sin un objetivo claro y cuando logra el turno de palabra sus argumentos navegan casi siempre a la deriva. Lejos quedan los tiempos del tsunami o de sus cara a cara con los compañeros, en los que estaba a la misma altura, ya nadie busca el enfrentamiento con ella, al considerarla un gacela desvalida. Sigue siendo el ser más pintoresco de este patio de vecinos pero su colorida presencia ya no es suficiente para seguir el ritmo que requiere el programa.
Chelo García Cortés: doña “chaquetitas”, sin la amistad de la Pantoja, tuvo que reinventarse y apartar su altivez para meterse en el barro. Las burlas de sus compañeros son constantes pero sigue teniendo la defensa a ultranza de los refugiados de la cadena triste. Los personajes que generan más portadas en la prensa del corazón ya no son los de antaño y a Chelo el cambio de clases la pilló desprevenida, sigue queriendo mantener su estatus de primera espada de la crónica social pero el público demanda otro tipo de contenidos. La periodista cayó en la tentación de los grandes cheques y terminó confesando las noches de amor de sus tiempos mozos, la ambición rompió el saco y ahora compagina su trabajo en la revista ‘Hola’ con ser un blanco fácil para el escarnio del espectador.

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