OPINIÓN | Quiero ser tu 'aprendiz'

     ¡Cuánto talento desperdiciado! Parece que la puerta de ‘La Voz’, esa que Antonio Orozco no se cansa de pedir que cierren para que no se escape, se ha quedado entreabierta. En esta edición del concurso musical muchos han sido los candidatos que a pesar de contar con grandes voces han atravesado el dintel de la puerta que da a la calle por no ser merecedores de un giro de silla, y es que si no tienes padrino, es muy difícil que se te eche el agua bendita. 
Los coaches de ‘La Voz’ tienen en mente su ideal de equipo y han buscado en concordancia los diferentes estilos que agrupen a esos elegidos que concursen bajo sus directrices. No carecen de talento, eso sí, pero tampoco de nombre reconocido, bien por sí mismos o bien por ser sobrino de, mujer de, hijos de o ganadores de otros certámenes de música a temprana edad. 
No es de justicia librar una batalla con un compañero de equipo que cuente con su tío entre los que tienen que decidir el ganador del combate melódico, desvelándose en nuestras mentes que ya sería el ‘justo o injusto’ ganador, pero ‘ganador seguro’ al fin y al cabo, en el mismo instante en que quedó emparejado. Estaremos atentos con el devenir de los siguientes emparejamientos para las batallas, si aquellos que han sido bendecidos con el giro familiar de silla siguen siendo los mejores para afrontar las siguientes fases del concurso, y comprobaremos si ciertamente son igual de válidos para el gran público cuando tengan que contar con sus votos en las galas en directo para lograr la ansiada final. 
Aparte de estas casualidades en la elección de un gran número de concursantes pseudovips, la selección de concursantes en el método de las ‘audiciones a ciegas’ tendría que hacerse de otro modo, no se puede consentir que grandes voces, de aquellos anónimos que se presentan con toda su ilusión, sean desaprovechadas por ya tener un cupo cubierto del mismo estilo al subir al escenario antes o después no dependiendo así del potencial del concursante, si además este cupo ya tiene plazas reservadas que no se gire nadie más que ya me giro yo para no verlo. 
Los talent shows vieron la luz para descubrir promesas, grandes estrellas ocultas por el anonimato, cuya única oportunidad para darse a conocer al gran público es la de aparecer en televisión y con suerte comenzar una carrera musical que de otra forma les hubiese sido negada. Quién tiene padrino puede bautizarse sin necesidad de buscar quién lo alce a la pila bautismal, dejemos que aquellos que no lo tienen saquen provecho de la oportunidad que brinda un escaparate como ‘La Voz’ y déjenles paso libre. Dudo que alguien que pertenezca a una larga familia de artistas y con gran talento para brillar en el mundo de la música tenga que verse acogido para que así sea por un coach de ‘La Voz’, sáltense el paso, apadrínenlo directamente, a dos de los coaches actuales ya les sonará la película, y dejen que los anónimos diamantes en bruto sean los pulidos.   

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