Ramón Campos, creador de ‘El caso Asunta’: «No buscamos con la serie ni justicia ni venganza»

Hablamos en exclusiva con Ramón Campos, el creador de la serie de Netflix 'El caso Asunta', que recrea el asesinato de Asunta Basterra

Candela Peña en 'El Caso Asunta' y Javier Rey en 'Fariña'

Este viernes 26 de abril Netflix estrena una serie que no pasará desapercibida, ‘El Caso Asunta’, la ficción basada en hechos reales producida por Bambú Producciones que cuenta la historia del mediático crimen en Galicia de Asunta Basterra a manos de sus padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra. Tras el documental que se estrenó hace un tiempo, la plataforma apuesta ahora por recrear la tragedia a través de la ficción.

Por otra parte, el reparto elegido para interpretar a los dos condenados por el asesinato de la niña de 12 años han sido Candela Peña (‘Hierro’…) y el actor Tristán Ulloa (‘Berlín’, ‘Fariña’…), quien han llegado a afirmar lo duro del rodaje, llegando a vomitar por las esquinas, en el caso de Candela Peña.

¿Se busca hacer justicia con esta ficción? ¿Por qué Asunta no tiene mucho protagonismo en la serie? ¿Cómo se gestó el crossover entre ‘Fariña’ y ‘El Caso Asunta’ que se aprecia en uno de los capítulos? Hablamos de todo ello en exclusiva con Ramón Campos, creador de la serie y productor ejecutivo de Bambú.

ENTREVISTA A RAMÓN CAMPOS

¿Con esta serie se busca hacer justicia al caso Asunta?

No buscamos ni justicia ni venganza. Somos una productora de series, películas y documentales y lo que buscamos es intentar comprender, comprender cómo una familia normal acaba viéndose envuelta en algo tan horrible e intentar comprender el mundo en el que vivimos, que yo creo que es de lo poco que podemos aportar.

La ficción o los documentales son un reflejo del mundo en el que vivimos todos. Y me parece que, con el caso de Asunta, lo que intentamos hacerle ver al espectador es que los casos más horribles que nos rodean, a veces tienen explicaciones muy sencillas.

En la serie se menciona que a Rosario Porto y Alfonso Basterra les sobraba el capricho…

El capricho lo dice uno de los personajes, que ya le sobraba, y es una opinión de ese personaje. Pero nosotros lo que sí que mostramos es una familia, que es un matrimonio que se llevan bien, que se quieren, con sus problemas, como todos los matrimonios, que adoptan una niña, a la que quieren y se ve en la casa de ellos. Es una casa dedicada a Asunta, Rosario estaba preparando una casa nueva en la que había una sala insonorizada para el piano de Asunta para que pudiera ensayar y no molestar a los vecinos.

Y sucede algo que sucede en muchas familias, que es que hay una infidelidad, hay un divorcio. Ese divorcio genera unas tensiones y esas tensiones son las que acaban provocando, al final, que las piezas se revuelvan y acabe con el asesinato de Asunta. Pero no queremos, nosotros, como creadores, no queremos decirle al espectador lo que tiene que pensar sobre lo que sucedió, pero sí que era una familia bastante normal.

¿Qué el caso esté juzgado no os influye a la hora de conducir el relato a los espectadores?

No, porque con los diálogos lo que hacemos es poner al espectador en diferentes visiones. Hay una secuencia muy clave para mí, que es una discusión entre el juez, el fiscal, con los dos guardias civiles presentes, en las que discuten mucho sobre si hay pruebas suficientes, si no hay pruebas suficientes, si son indicios, no son indicios, y cada uno de los personajes está en una posición distinta y todos tienen bastante lógica, todas las posiciones.

El caso está juzgado, la investigación fue muy buena y se acabó demostrando que Rosario, seguro había estado en la casa, que Alfonso no se sabe si estuvo en la casa, pero fue un colaborador necesario. Y nosotros lo único que hacemos es algo que no hace la justicia y que no es labor de la justicia, es intentar entender el porqué. Nunca se juzga un porqué, se juzga el asesinato. El que la hayan matado por una razón o por otra, eso queda para la gente.

Y nosotros, como seres humanos, necesitamos entender, pero la justicia no necesita entender. La justicia, si yo te clavo un puñal a ti, lo que sabes es que yo te clavo un puñal, pero que tú y yo nos llevábamos bien, nos llevábamos mal, éramos amantes, éramos amigos, éramos familia, le da igual, puede haber algún agravante, pero en realidad eso no es lo importante. Entonces nosotros lo que aportamos es intentar comprender.

No habéis querido darle mucho protagonismo a Asunta, a pesar del título de la serie.

Cuando empezamos el documental, nos dimos cuenta que Asunta se había cosificado. Los medios de comunicación la habían cosificado, se había convertido en una fotografía. Ya cuando hicimos el documental, la primera imagen que decidimos Elías León y yo, fue poner fue un vídeo de Asunta hablando en gallego: «Hola, yo soy Asunta…».

Y de repente, para la gente fue muy sorprendente que Asunta hablase con acento gallego y tan cerrado, además, porque nadie la había escuchado nunca, nadie se había parado a pensar que era una niña. Cuando empezamos la ficción, pensamos si era importante hacer eso que habíamos hecho con el documental, pero pensamos que ya lo habíamos contado allí.

Entonces, lo que queríamos era contar que Asunta, desgraciadamente, no tuvo nada que ver en que la asesinasen. Ella fue una víctima, una víctima de una situación que se estaba viviendo sobre ella. Entonces, nos parecía que poner el foco sobre ella era añadir el morbo. ¿Para qué? ¿Para qué vas a contar, Asunta?

Entonces, los momentos en los que vemos a Asunta, son los momentos importantes en el caso. El contar cómo estaba con una amiga, cómo era Asunta, cómo jugaba, cómo iba al colegio. ¿Esto qué va a aportarle al espectador? Entonces, la mirada y la cámara no tenía que estar en Asunta, tenía que estar en los padres y en los investigadores.

Hay un divertido cameo de Sito Miñanco (‘Fariña’) en la serie. ¿Ocurrió realmente? ¿Por qué lo habéis incorporado?

No, no, no ocurrió. No, no, esto fue un guiño nuestro. Asunta forma parte de lo que yo llamo mi trilogía gallega, ‘Fariña’, ‘Asunta’, y estamos trabajando en una tercera. Y, de alguna manera, a mí me gusta mucho de las series ir metiendo guiños de las otras. «Blancaró», que era el pueblo de ‘Desaparecida’, ha aparecido en muchas de mis series. Luego, ‘Gran Hotel’, también ha aparecido en otras.

Entonces, como que unas hablan con otras, de alguna manera, y es como poner huevos de pascua en nuestras propias series. Y cuando estábamos hablando de los perros, de repente estaba el juez, que fue un juez, además, el personaje real en el que está inspirado el juez de la ficción que había trabajado en Villagarcía y que fue uno de los jueces que detuvo a Sito Miñanco. Y de repente esa secuencia me parecía que era un buen momento para meter ese guiño.

¿Por qué no habéis querido contar cómo fue el suicidio de Rosario Porto en prisión?

Porque tampoco cuenta demasiado, que Rosario se suicide es una persona en la cárcel que no consigue soportar la culpa o no consigue soportar el dolor, porque se puede sufrir por haber cometido un crimen, y Rosario sufría, yo estoy convencido que sufría. Porque entiendo que con el tiempo y mirando hacia atrás es cómo ella decía una cosa que era con lo que yo pude ser.

Como buena narcisista, ella decía: «Con lo que yo pude ser y mira dónde he acabado». Eso me lo dijeron gente que había estado con ella en la cárcel. Entonces, con lo que yo pude ser, cómo he acabado, habla en el fondo de: «Mi vida se ha ido al garete, ya no tengo nada en la vida». Pero en la serie yo no quería reflexionar sobre eso.

En el momento en que se acaba el caso, ya he contado cómo una familia normal se acaba destruyendo y se acaba destruyendo, además, no por algo muy complicado, sino por algo que pasa en todas las familias, todos los días, y que me parece que es la gran reflexión de las series, la paternidad, la maternidad, y de aquí, solo que esta pieza se gire así, todo explota.

¿Cuál es la diferencia entre el documental y la serie?

El documental reflexionaba sobre todo sobre los medios de comunicación y cómo los medios de comunicación acaban afectando a un caso, y luego sobre la investigación en torno al caso y todo lo que haga. La ficción para mí habla sobre la familia. Y luego sucedió una cosa, cuando nosotros hicimos el documental, mucha gente no quiso hablar sobre el caso porque había mucho dolor, hacía pocos años del asesinato, hacía menos años del juicio y este caso removió Santiago de Compostela.

No sé cuántos casos como este pueden remover una ciudad. Y esa gente, después del documental, cuando lo vieron, que era un documental riguroso, se puso en contacto conmigo para contarme nuevas cosas. Creo que lo que ayuda a la ficción es a entender momentos que en el documental no pudimos explicar. Esa fotografía del féretro es muy difícil de explicar, pero la ves en la serie, y por más desagradable o poco afortunado que parezca, puedes llegar a entender que alguien lo haga.

La fotografía de ballet de la niña, cuando ves la escena del capítulo 6, dices: «Pues no es tan rara esta foto, es bastante normal» ¿Y por qué se le ha dado esta connotación sexual? ¿Y por qué todos entramos en esa rueda de que tenía una connotación sexual cuando la situación no es para nada sexual? Entonces, me parecía que en la ficción podíamos aportar luz, como diría mi amigo Carles Porta, luz en esa oscuridad.

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