ANÁLISIS | Semana del 21 al 27 de setiembre de 2020
Hay muchos motivos para entrar en política, algunos más loables que otros. Cuando careces de ideología y tu único propósito es el poder terminas cayendo en la vanidad de los focos. Solo eres eso, un personaje más del mundo de los medios, tanto sirves para una tertulia de media mañana como para un talent de cocina. Todo el mundo tiene derecho a tener una nueva fuente de ingresos cuando deja el escaño, pero hay que apechugar con el nuevo estatus adquirido.
Si te aprovechas de la televisión para vender tu libro después no te quejes si unos reporteros te sacan dando un paseo por alguna zona rica de Madrid libre de confinamiento. Y esto, el acoso mediático, es lo que venía a denunciar Albert Rivera el viernes por la noche en el programa ‘Mi casa es la tuya’. El ex líder de Ciudadanos esta semana ha vuelto al ruedo mediático para promocionar un ensayo sobre su persona. Apasionante. En todos lados cuenta lo mismo, utilizando los mismos símiles e intentando vender un retiro idílico que no se cree nadie.
Rivera transpira rencor por lo que pudo haber sido y no fue. No le han servido de nada estos meses alejado de la vorágine política, sigue con nula capacidad de autocrítica y con un discurso completamente vacío. No hay nada debajo de esa sonrisa y esa camisa bien planchada. Y la audiencia ya no se traga sus mentiras. Ya nadie le compra la moto al mayor vendedor de seguros de la historia de España. Su participación en ‘Mi casa es la tuya’ llevaba al programa a mínimo de temporada con un escueto 11,3% de share.
No me extrañaría nada ver en un futuro a Albert Rivera sentado en una mesa opinando de cosas. No sé si de política, que mucha idea no tiene, pero tantos hay que parece que saben de todo, y no saben de nada, sentados en las mesas de actualidad de los programas de televisión. Cristina Cifuentes ha sido una de las últimas en incorporarse a la vida de colaboradora. Esperamos que este sea su trampolín para acabar en ‘Supervivientes’, ahí seguro que sería de mucha más utilidad para la audiencia.
Otro al que le gusta más un foco que un movimiento social es a Juan Carlos Monedero. Un señor tremendamente culto pero francamente antipático. Cae mal, su capacidad para conectar con la audiencia es nula y genera rechazo. Por eso siguen invitándolo los medios de derechas a sus tertulias; es el mejor candidato para meterle un gol en propia puerta la izquierda. A pesar de no tener ningún cargo público lo presentan siempre como fundador de Podemos. Y saben bien lo que hacen.
Puestos a elegir nueva ocupación me parece mucho más honesta la postura de Celia Villalobos que la de Monedero o Rivera. Si hay que vivir de la televisión mejor asumir el rol de juglar que no el de señor que pasaba por ahí para hablar de su libro, como si los focos no fueran con él. La ex ministra prescinde de la oratoria para reformularse en concursante de ‘Masterchef Celebrity’. No lo hace mal, asume su rol de personaje y se entrega la causa mostrando todos los vértices de su personalidad. Llora, se cabrea y hasta cocina con cierta gracia.
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