La crítica de la semana: El gran juglar del confinamiento

ANÁLISIS | Semana del 30 de marzo al 5 de abril de 2020.

En cantidad de horas y en número de espectadores, nadie supera a Jorge Javier Vázquez como el comunicador que más entretiene al país durante la cuarentena.

Nadie saldrá a los balcones a aplaudirle a las 8 de la tarde, ni tampoco hace falta, pero la labor de acompañamiento que está realizando estos días el presentador de ‘Sálvame‘ merece también una alabanza. No le darán el Princesa de Asturias de la comunicación, así que por lo menos, unas gracias. Jorge Javier se ha arremangado la camisa durante el confinamiento; entre ‘Supervivientes‘, las tres ediciones diarias de ‘Sálvame’ y el ‘Deluxe’, su presencia en Telecinco supera ya las 24 horas semanales. Y no solo es el rostro que más tiempo pasa en los hogares españoles, sino que su omnipresencia también viene acompañada de audiencias millonarias.

Su trabajo puede ser visto como una labor cualquiera, como una frivolidad que poco aporta en la lucha contra el virus, pero tras cada minuto de televisión realizado por Jorge Javier hay cientos de miles de espectadores olvidando sus angustias por un momento al día. Una ventana abierta a la alegría para residencias de ancianos, personas que se han quedado solas en este confinamiento e incluso intelectuales que necesitan un balón de oxígeno ante tanta cifra desalentadora.

«Jorge Javier Vázquez ha asumido el rol de juglar en una sociedad mermada anímicamente».

Jorge Javier Vázquez ha asumido el rol de juglar en una sociedad mermada anímicamente. Toca todos los palos y pasa de uno a otro sin despeinarse. Es capaz de hacer balance de la situación sanitaria que vive España, a la vez que teoriza sobre el lavado anal de Maite Galdeano y normaliza con su ejemplo el uso de aplicaciones de flirteo entre homosexuales. Reírse de uno mismo para relativizar el todo como filosofía de vida.

Su ironía no es solo un chute anímico para el espectador, también infunde cierto aire revolucionario ante tanto altavoz conservador. Ultranacionalistas, retrógrados o amantes de la tauromaquia se enervan cada vez que el presentador decide salirse del guión para ejercer como “titiritero”. Su labor, que parece tan banal, hace mucho más por fomentar una sociedad concienciada que mucho tuitero endiosado por la intelectualidad.

El badalonés ha llegado a ese estrato de comunicadores que hacen y dicen lo que les sales del bolo. Con la vida resuelta económicamente, su trabajo actual le compensa en función que hace lo que le viene en gana. Decide no invertir esfuerzos en disfrazarse de lo que no es y disfruta de los platós de Telecinco como si fueran el salón de su casa. La inconsciencia del que ya lo tiene todo ganado, la incorrección del que se entrega al público sin reservas.

Jorge Javier es ahora mismo el alma de una fiesta triste. En los últimos días en ‘Sálvame’ han sabido entender los síntomas de agotamiento que estaba viviendo el público con el monotema y por ello han reducido los minutos dedicados al cornavirus,  ampliado el tiempo de sus contenidos habituales. La audiencia ha recompensado el giro hacia el entretenimiento dando a ‘Sálvame’ mejores datos que la semana anterior, convirtiéndolo incluso en el especio no informativo más visto del viernes. Y es que ahora mismo necesitamos muchos más huevos rellenos elaborados por Belén Esteban que cifras de tanatorios que no pueden asumir la demanda.

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