ANÁLISIS | Semana del 16 al 22 de diciembre de 2019
‘El procés’ es a TV3 lo que ‘GH VIP’ a Telecinco, un eje sobre el que vertebra gran parte del contenido de toda una cadena.
TV3 va camino de cerrar otro año de liderazgo indiscutible. Y no es algo puntual ni anecdótico, es la consecuencia de un momento histórico que ha alterado por completo el interés televisivo de buena parte del pueblo catalán. Son muchos los espectadores que se han atrincherado ideológicamente alrededor de la cadena pública y ya no buscan en otros lares contenido audiovisual que satisfaga sus necesidades. De la falta de empatía de unos se están beneficiando otros, y a la inversa.
De la misma forma que pasa con el reality de turno de Telecinco, que más allá de los programas propios proporciona vísceras a todos los magacines de la cadena, sucede lo mismo con TV3 y los mil y un derivados que genera ‘El procés’. Desde las 8 de la mañana hasta la madrugada el espectador habitual de la cadena catalana se nutre del monotema, por muy nimias que sean las informaciones de ese día el canal encuentra algún pretexto para seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro. Un reality eterno en el que Junqueras y Puigdemont vendrían a ser la Adara y Alba Carrillo de turno, dos enemigas adoradas por la audiencia unidas ante la adversidad.
Gracias a la épica independentista y a la inquina de la justicia española llevamos demasiadas jornadas históricas, gasolina para seguir prendiendo el fuego de la programación de TV3. Hechos que evidentemente son noticiables pero que tampoco deberían condicionar la agenda mediática de todo un año. La cadena pública sabe cuál es su nicho de mercado y estira el filón hasta límites que rozan el ridículo. Cualquier cosa relacionada con ‘El procés’ tiene cabida, si por ejemplo unas señoras de Ripoll deciden hacer macramé con hilo amarillo seguro que tendrán sus 5 minutos de gloria en las tardes televisivas catalanas. Todo muy kitsch y sin mala intención, pero una forma de seguir retroalimentando un contenido que aporta gran parte del share de la cadena.
Esta semana, gracias a la torpeza de Pilar Rahola, el debate se desplazaba por un momento sobre algo ajeno al monotema. La colaboradora estrella de la cadena se mostraba contraria al acuerdo presupuestario que pretendía subir los impuestos a la burguesía catalana. A la Carmen Lomana con barretina le parecía que un sueldo de 6.000 euros mensuales era clase media apurada, y por unos días se habló de algo más en Catalunya. Pero duró poco el miraje, llegó el clásico futbolístico y tanto TV3 como el resto de cadenas estatales se dedicaron a caldear el ambiente creando un escenario prebélico. Nos vendieron la futurible presencia de Tsunami Democràtic y la llegada de policía nacional al Camp Nou como un cataclismo espacial, y al final todo quedó en agua de borrajas.
TV3 es la preferida de los catalanes no solo por ‘El procés’ sino también por los grandes profesionales que trabajan en ella. Es evidente que la excepcionalidad del momento político que vive Catalunya merece ingentes horas de televisión, de eso a aborrecer a los que no somos yonquis del mismo hay un trecho. La pública catalana tiene grandes formatos de entretenimiento que también gozan del respaldo de la audiencia sin abordar el tema y estos también merecen su espacio. El día a día sigue en las calles de Catalunya y su televisión pública debería abrir un poco más el foco, hay vida más allá de ‘El procés’ y de Messi.
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