‘La red púrpura’ rinde mejor que ‘La novia gitana’ y te atrapará desde el primer minuto

Atresplayer estrena este 8 de octubre su nueva serie: 'La red púrpura', continuación de 'La novia gitana', basada en la novela de Carmen Mola.

La red púrpura
La inspectora Blanco, en 'La red púrpura' | ATRESPLAYER

El thriller vende en España. Es un género que está muy asentado, tanto a nivel audiovisual como a nivel literario. Solo hay que echar un vistazo a las listas de los libros más vendidos. Juan Gómez Jurado con su ‘Reina Roja‘; Javier Castillo y ‘La chica de nieve‘; Blue Jeans y ‘La chica invisible‘… la lista es larga. Pero si alguna destaca entre todas esas historias, esa es la saga literaria de la Inspectora Blanco, creada por Carmen Mola: ‘La novia gitana’, ‘La red púrpura’, ‘La Nena’ y ‘Las Madres’.

Atresplayer ya adaptó la primera de las novelas el año pasado con ‘La novia gitana‘ (que ahora puedes ver gratis en la plataforma con motivo del estreno de ‘La red púrpura’). Aunque las críticas fueron bastante tibias, la adaptación fue ampliamente aplaudida, tanto a nivel actoral como a nivel visual. Una serie valiente, diferente a lo que se ha hecho en España en los últimos años. Más oscura, más directa, con un final de temporada difícil de olvidar y unos secundarios que añadían mucho a la historia que pudimos ver.

Ahora nos llega ‘La red púrpura’ a la plataforma de Atresmedia, con el mismo equipo y las mismas ganas de trascender. Y lo cierto es que todo vuelve a funcionar como si fuera un reloj suizo. Pero lo interesante es que funciona mucho mejor que ‘La novia gitana’. Se corrigen errores, se potencian aciertos y Paco Cabezas, director de la serie, está en su salsa. ¿Qué más se puede pedir?

¿De qué va ‘La red púrpura’?

La inspectora Elena Blanco ha descubierto que su hijo Lucas está vivo, pero pertenece a la siniestra Red Púrpura, de la que le habló Vistas antes de su dramático desenlace. Han pasado seis meses y la inspectora oculta a su equipo que su hijo está entre ellos; solo Mariajo, su fiel confidente, conoce la verdad.

La BAC ha sido penalizada por el desenlace del caso Macaya, siendo trasladados a otra nave y lo único que pueden hacer es tirar de ese hilo que les dejó Vistas, una red que se oculta en las profundidades de internet. Niños secuestrados, menores sin futuro, tratas de mujeres… la mercancía se negocia, los espectadores pagan y hasta se puja por los desenlaces de las víctimas. La BAC sufrirá las consecuencias de hurgar donde no debe. El equipo no volverá a ser el mismo, todos arriesgarán, pero pueden perder demasiado por meterse en la profunda red.

Las apuestas suben

La serie empieza fuerte. Durante unas Navidades, vemos a un hombre con una niña de la mano. Con su hija, paseando por la ciudad, camino del interior de un coche. Solo que, una vez están dentro, descubrimos que no es su hija. Ese es el resumen perfecto de ‘La red púrpura’. Juega con los que creemos que vemos, y muchas veces nos muestra algo que puede ser bueno… para darle la vuelta y tornarlo perverso y desesperanzador. Porque claro, ¿cómo vamos sino a definir una red de tráfico de menores y snuff movies?

En esta segunda entrega de las desventuras de la inspectora Blanco, todo adquiere un cariz más serio, más espectacular, más crudo. No diremos «más realista», porque es una palabra que solo se usa cuando lo que vemos en pantalla es duro, sangriento y violento. ¿Por qué es el único realismo que conocemos? ¿No podría ser realista una serie con momentos optimistas y divertidos?

Aunque esa no es la serie que buscamos con ‘La red púrpura’. Deudora de todo el noir nórdico y de, obviamente, ‘True Detective‘ (la primera temporada), la serie dirigida por Paco Cabezas hace cambios a la novela. Y sí, esos cambios mejoran. Porque ya nos lo avisó el director. «Hemos cambiado muchas cosas, los mismos personajes nos pedían cambiar la historia y evolucionar con la historia. Nos parecía que el libro se quedaba mucho con Elena, y el resto estaban un poco huérfanos. Hemos querido contar la historia de esos personajes».

La inspectora Blanco, con mirada intensa. / ATRESPLAYER

La oscuridad envuelve el relato

Según avanzan los episodios, tanto la inspectora Blanco como sus compañeros se van sumergiendo más y más en la turbia red Púrpura. Con ecos a ‘Tesis’ o incluso a ‘Asesinato en 8mm’ (esa joya escondida de Nicolas Cage), la serie va llevándonos de la mano por una serie de sórdidas situaciones, mientras la inspectora trata de encontrar a su hijo, atrapado en la telaraña de esa siniestra red.

El aspecto visual ha mejorado en esta segunda entrega (suponemos que va en el aumento de presupuesto, ya que Paramount está detrás de la producción), y todos los actores que repiten están mucho más cómodos en sus papeles. Aunque nos sigue fallando una Nerea Barros demasiado impostada. Solo cuando se suelta un poco es cuando vemos realmente a la inspectora y no un personaje escrito en una sala de guionistas. La que sobresale es Mona Martínez, interpretando a Mariajo. La actriz siempre destaca en cada trabajo que aparece, y en ‘La red púrpura’ lo vuelve a demostrar, comiéndose a cualquier intérprete que comparta escena con ella.

Snuff movies y tráfico infantil en ‘La red púrpura’. / ATRESPLAYER

‘La red púrpura’ es una serie tramposa, e irregular en algunos momentos. Pero no podemos negarle que sabe generar tensión y ganas de saber más sobre todo lo que ocurre. Y eso es gracias al guión coordinado por José Rodríguez que ha escrito la serie junto a Antonio Mercero, Susana Martin Gijón, Carmen Jiménez y Daniel Sánchez Arranz.

Atresplayer busca dar un golpe en la mesa con esta nueva serie aunque, curiosamente, es la menos representativa de los proyectos audiovisuales que suele darnos la plataforma. Y todo depende del éxito de esta serie para que podamos seguir viendo más historias de la inspectora Blanco. A falta de ver el final de esta ‘segunda temporada’, sabemos que la saga literaria la componen cuatro libros por ahora.

En definitiva, ‘La red púrpura’ es violenta, es agresiva, es cruel. Es muy difícil compararla con otro producto de nuestro país porque, sinceramente, no lo hay. “No he visto ninguna serie que [trate de esto]. Va a levantar unas cuantas ampollas. Tenemos a nuestros hijos adolescentes que no sabemos lo que están viendo y que no diferencian el sexo y la violencia”, reflexiona Cabezas durante la promoción de la serie. Y tiene razón. Hay una crítica velada en toda la historia, aunque demasiado oportunista y poco centrada. Pero eso viene del libro. Y en la serie tratan de darle un poco más de profundidad.

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