Crítica de la semana: ‘Dúos increíbles’, cuando lo increíble se convierte en previsible

Crítica de la semana: ‘Dúos increíbles’, cuando lo increíble se convierte en previsible

ANÁLISIS | Semana del 24 al 30 de octubre de 2022

Los programas de televisión, más allá de las filias y fobias personales, tienen su  justificación en función del público a los que van dirigidos. Uno debe ser crítico en relación a sus gustos, pero también puede ampliar un poco sus miras para entender de forma objetiva el valor de un producto en su ecosistema. La obra tiene una consideración por sí misma, aunque siempre es importante tener en cuenta el contexto para desarrollar un juicio más certero.

Hasta aquí el buenismo y la mirada amplia; no tiene mucho sentido ser crítico de televisión y quedarme en el: “para gustos, colores”.  Así que sin descuidar los factores que no son propios del programa, me dispongo a analizar los ‘Dúos increíbles’ de RTVE. Juan y Medio regresaba hace unas semanas a la televisión pública española con un formato nuevo bajo el brazo. Con una carta de presentación novedosa, el talent musical de La 1 proponía una experiencia transversal en la que cantantes veteranos y nuevas promesas de la música unían sus voces para deleitar a la audiencia. 

Lo que en un inicio tenía cierta incógnita, por descubrir cómo se formaban las parejas, se ha ido desinflando para convertirse en una verbena de gente desmotivada. Un karaoke vip entre personas sin ninguna química. Y eso se traduce en los datos. ‘Dúos increíbles’ se estrenó a finales de septiembre con un correcto 12,7% de share, liderando la noche gracias a una competencia de saldo. Pese al buen dato y la algarabía de su arranque, la audiencia se ha ido esfumando. Este jueves se conformaba con un discreto 10,2% y no alcanzaba el millón de espectadores.

En cuatro pinceladas, por si alguien no lo ha visto, que seréis la mayoría; en 'Dúos increíbles' se puede ver a Víctor Manuel y Ana Belén como esas parejas de edad avanzada en las que ella todavía tiene ganas de salir a cenar y él se ve obligado a levantarse del sofá de mala gana. Después está Sole Giménez, siempre tan intensa, o una cantante que se llama Yoli Saa que parece que haya perdido las ganas de vivir. También están Antonio José y Miguel Poveda, salvando la parte vocal del concurso, los triunfitos Nia y Agoney, y alguna que otra vieja gloria con ganas de irse a su casa para cobrar el cheque.

Vuelvo a lo que decía al inicio. El formato, que pretende aunar a distintas generaciones frente al televisor, va tan falto de picardía que resulta poco apetecible para los espectadores del siglo XXI independientemente de la edad de estos. La competitividad brilla por su ausencia y la emotividad resulta tan forzada que el programa termina generando la más absoluta indiferencia. Por no hablar de algunos arreglos musicales, que terminan convirtiendo los hits de la música española en temas producidos por María Jesús y su acordeón.

No se trata de ser modernos, a todos nos puede apetecer en algún momento ver a la orquestra del pueblo derrochando caspa, el problema está en saber motivar a la audiencia con una trama que despierte los sentidos. Y en ‘Dúos increíbles’, más allá de su fase inicial, ni el envoltorio ni el contenido sostienen el argumento hasta hacerlo atractivo.

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