ANÁLISIS | Semana del 1 al 7 de agosto de 2022
Otro verano, y ya van unos cuantos, de tedio infinito al encender por la noche el televisor. Lejos quedan aquellos julios y agostos de alegrarse la vista debajo del ventilador.
Puede que me esté dejando llevar por cierta nostalgia, esa gran enemiga del ser humano. En el recuerdo siempre hay algo de mitificación, de quedarse con lo bueno y dejar atrás lo negativo. Pero es que si me pongo a pensar en los veranos televisivos de mi niñez me vienen a la cabeza piscinas, vaquillas y mucho ballet escaso de ropa. Concursos coloridos que refrescaban la parrilla durante los meses de vacaciones.
Quizás un servidor tenga mejor recuerdo de aquello de lo que fue en realidad. Pero si tenemos en cuenta que las grandes apuestas televisivas para este verano son 'Esta noche gano yo' y 'Mapi', cualquier tiempo pasado fue mejor. Eso por no hablar de las series turcas, que ocupan tres noches a la semana en Antena 3, o de la segunda temporada de 'Veo cómo cantas' que ha pinchado en audiencias. Su presentador, Manel Fuentes, se congratulaba en una entrevista en El Periódico de la ubicación veraniega del formato, como si fuera un favor que le hace la cadena a los espectadores para que tengan algo decente que ver durante estos meses. Créeme que no, Manel.
'Esta noche gano yo' ya es uno de los batacazos de la temporada. La yincana presentada por Christian Gálvez y Carolina Cerezuela registraba esta semana un paupérrimo 8,8% de share. Nada aporta y queda añejo si tenemos en cuenta la evolución de los concursos televisivos. Venimos de ver la última edición de ‘Supervivientes', con pruebas en un entorno paradisíaco y concursantes desesperadas por ganar y comerse media patata frita, y ahora nos toca tragarnos un grupo de famosos en horas bajas en un plató claustrofóbico.
Cualquier comparativa con el reality de supervivencia, teniendo en cuenta que se emiten en la misma cadena, hace que veamos 'Esta noche gano yo' como un producto de saldo y sin personalidad. Nada está justificado ni hay ningún interés por parte del espectador por ver el devenir de Miriam Díaz Aroca o de la Terremoto de Alcorcón, en un concurso con pruebas menos elaboradas que las del Club Disney. Pero ya da un poco igual la complejidad de los retos cuando el programa de por sí carece de alma.
Otra de las grandes apuestas de este verano es 'Mapi', que podría dar para una tesis doctoral si nos ponemos a analizar el percal. Una mujer disfrazada de mecánica con un cabezón digitalizado, un plató más aséptico que una habitación de hospital y unas preguntas para los juegos que no le interesan a nadie. Al nuevo concurso diario de TVE no se le puede negar el riesgo asumido, pero por favor, vamos empaquetarlo todo con un poco de sentido estético.
No creo que el formato interese ni a los niños, a los que esa muñeca les debe parecer anterior a la revolución francesa, ni a los adultos, que al verse sentados frente al televisor contemplando a Mapi deben asumir la decadencia de sus vidas. La verdad es que es infinitamente más mordaz e irreverente la cuenta de Mapi en Twitter que la que se pone delante de la cámara cada noche. Vendría a ser como el muñeco Chucky con sus dos personalidades dependiendo del contexto: en el mood de juguete cándido o en el de asesino despiadado.
Visto lo visto, mejor que aprovechemos las noches de verano para recuperar libros olvidados, para ir al cine o para darnos a la bebida con los amigos.
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