Una entrevista engendrada en el último momento con la que se traspasan varias fronteras que deberían ser inviolables.
Si el señor Jordi Évole nos lo permite, si nos da su beneplácito, ahora toca verter las opiniones que merece un programa como este. Porque finalizada la entrevista a Nicolás Maduro, cumplido el objetivo de Jordi Évole, Salvados y la cadena, ya sí. Ya sí se puede comentar con propiedad un contenido que ralla lo nauseabundo. Una de las primeras conclusiones que se pueden sacar es que Nicolás Maduro no puede negar que ha encontrado en esta entrevista su oasis. Su paraíso. Y esta entrevista se ha encargado muy bien de allanárselo con su laxitud a la hora de plantearle las cosas y con su escasa censura hacia los tantos despropósitos que verbaliza el entrevistado.
Como criminalizar a Occidente de la sublevación en su país. Como atacar sistemáticamente a Pedro Sánchez. O como tachar a los periodistas españoles como envenenados por la prensa española. Solo por demostrar lo que el señor Maduro se esfuerza en ocultar. Por no hablar de la frivolidad con la que se ha abordado la retención de varios periodistas, algunos de ellos españoles, en el país que, según el señor Maduro, el ejercicio de las libertades es pleno.
Ahora es el momento de comentar, siempre constructivamente, uno de los episodios más dantescos que se han visto en televisión en mucho tiempo. Empecemos con un 'no todo vale'. Esa típica expresión, que se ha popularizado tanto hasta convertirse en un mantra, pero que parece que no han debido de digerir del todo todavía. Y que probablemente justifique todo este espectáculo circense bajo el paraguas de la libertad de expresión que tanto se invoca.
Algunos han puesto el grito en el cielo en las horas previas a la entrevista e incluso, como adelantábamos, en las redes sociales se ha llamado directamente al apagón para torpedear el programa. Sin embargo, no se puede ignorar que también hay otros tantos que han basculado hacia el otro extremo y se han rasgado las vestiduras en ensalzar la labor periodística y en alabar la ética que, a su juicio, impera en los programas que comanda Jordi Évole.
Una pérdida de tiempo en intentar vender y edulcorar una realidad que no existe. Para qué andarse con medias tintas y negar que todo es por dinero. No hay dudas de que la neutralidad saltó por los aires hace tiempo y los códigos deontológicos los debieron pasar por la trituradora también. Eso sí, sin pillarse los dedos. Todavía.
Un negocio del que sacarán tajada, ya que el contexto -cada vez más insostenible- acompaña y es un punto más a su favor. No es una entrevista cualquiera ni en un momento cualquiera. Es una entrevista a un dictador, tirano, cómplice de la barbarie que azota a los venezolanos, cómplice de una crisis humanitaria en plena ebullición que arrastra a millones de personas y, así, un largo etcétera. Es una entrevista a un mandatario abominado por casi todos los países latinoamericanos -los democráticos claro- y aislado por una comunidad internacional que, por fin, ha sacado toda su artillería diplomática.
El programa con el que arranca la nueva temporada de 'Salvados', que han tenido que preparar además a marchas forzadas porque no estaba ni previsto, ha sido bautizado como 'Ultimátum a Maduro'. Un evidente guiño a la situación en la que se encuentra el presidente de Venezuela. Presidente legítimo o no. Ese es el debate, pero no de este artículo.
Con todo, tras escudriñar de principio a fin la entrevista, más bien deberíamos modificarlo por 'ultimátum a Évole', para que se resista la próxima vez a prestarse a introducirse en estos lares. Ultimátum de los espectadores, de los anunciantes, de todo aquello que más le puede doler a u producto de televisión que solo busca sacar rédito -a costa de un desorbitado dato de audiencia- de una coyuntura especialmente trágica en el país de la crisis enquistada.
Dar voz a un personaje así, que a punto está de ser anulado por medio mundo y que a pocas horas será también rechazado, en favor de su rival, por el país donde se está emitiendo su intervención, es equiparable a entrevistar a un delincuente. Apuntaban algunos tuiteros e incluso periodistas que era como entrevistar a un miembro de 'La Manada'. Eso ya lo dejamos a vuestro criterio.
Pero en cualquier caso, ellos aprovechan la gran baza que supone que esa persona esté permitiendo semejante atrocidad fuera de nuestras fronteras. Y eso, unido a que la ignorancia es otro de los peores enemigos, da lugar a la aceptación. Aunque consuela comprobar que no es una sumisión unánime y que, al menos, hay varias voces discordantes haciéndose notar.
Lo tenemos muy reciente y parece, sin embargo, que nos hemos olvidado de la enorme polémica que rodeó al programa 'La Noria' que emitía Telecinco los sábados. Hasta que desapareció de la noche a la mañana, casi sin avisar, por un boicot sin precedentes de los anunciantes que se sintieron profundamente molestos con la entrevista a la madre de uno de los implicados en el asesinato y desaparición de Marta del Castillo.
Al margen de esa poca memoria o de esa deliberada conveniencia de mirar hacia otro lado, no debemos pasar tampoco por alto que llama bastante la atención que una cadena que ha rehusado ser un escaparate de la formación ultraderechista VOX, sin ánimo ni mucho menos de hacernos abogados del diablo, sea ahora partidaria de dar un altavoz al líder de un régimen opresor. Del que han tenido que huir miles de venezolanos. Muchos a España. Y no queremos ni imaginar el bochorno que sentirán cuando hayan visto que, en horario estelar, la televisión española podría estar blanqueando toda esa realidad.
El programa ha virado en un elemento propagandístico del régimen de Nicolás Maduro. En un monólogo como el que el Rey hace en Nochebuena. En un altavoz chirriante para que el continuista del chavismo proclame su odio hacia lo que él llama imperialismo o profiera sus ataques a los mandatarios que se han rebelado contra su cuestionado gobierno.
Es incongruente, sí, pero cuanto antes asumamos que por el dinero baila el perro y que, si tienen que caer en contradicciones y en indecencias con tal de sacar partido, lo harán, mejor para todos. Y una cosas más, Jordi Évole, cuando uno se sienta a hacer una entrevista, debe tener todos los cabos bien atados. Para no patinar con las fechas de las elecciones por ejemplo.
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